20 minutos acompañó a los futuros universitarios, y hasta en el ascensor, antes de coger el coche para ir a la Universidad, animó y dio suerte a Amanda, que daba el último repaso al examen de filosofía. Ya en el campus, sobre las nueve, varios centenares de chicos de entre 17 y 18 años se hacinaban en las escalinatas del edificio justo antes de entrar «al matadero», como lo bautizaron algunos.

Entre los alumnos y algunos de los profesores que iban con ellos todo eran cábalas para vaticinar cuál sería el filósofo que les condenaría a la miseria o les haría ser más felices que unas pascuas.

Cuando faltaba media hora para el temido examen, los sentimientos eran comunes: alboroto, histeria colectiva –«común en estas fechas», según Concha, profesora de instituto– y besos y abrazos de despedida entre los examinados, casi como en la mili.

Y al final, los exámenes cumplieron las expectativas: «Yo he elegido a Platón», dice Luis, y en lengua «he dicho que lo del botellón está bien, pero que los jóvenes deben respetar la limpieza de la ciudad, porque imagino que sumaré puntos», sonríe.

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Diario de roberto miralles ...

«Ya ha pasado lo peor»

El brillante expediente que tiene no impide que Roberto sufra los nervios típicos de cualquier aspirante universitario. Todavía no ha decidido qué va a estudiar, pero lo que sí que tiene claro es que su futuro profesional va a decantarse por la informática o por industriales. Así fue su día de selectividad.

6.30 Suena el despertador. Es el momento de dar el último repaso para hoy: filosofía y lengua,

y de intentar matar el sueño y los nervios con la impresión de una ducha.

8.00 Al autobús. Saludos, nervios, algún vistazo a Platón y a comentar el partido de ayer del mundial.

8.45 Todo nuevo. En la escalera de la universidad esperamos a que nos toque el turno para entrar. Uno a uno nos llaman y, tras darnos la identificación, entramos en la sala.

9.00 Más nervios. La espera es quizá lo peor de la mañana. Media hora más tarde explican cómo poner los códigos de barras en el examen y los reparten, primero el de lengua y después el de filosofía, tras un descanso de media hora.

13.00 Alivio. Ya ha pasado lo peor, ahora a descansar y a pasarlo bien hasta la tarde, porque toca estudiar de nuevo para los exámenes de mañana (valenciano y física). El balance: más o menos bien, pero mañana será otro día.