Los tiempos de Madrid como tierra de acogida de extranjeros han quedado atrás. Quedarse en la región tampoco resulta ya atractivo para los propios jóvenes madrileños. El resultado de esta combinación es un saldo migratorio negativo, es decir, ya hay más madrileños que se marchan al extranjero que los que vienen. Según los datos publicados el lunes por el INE, en 2011 emigraron fuera de España 103.664 personas que residían en la región, frente a los 81.711 foráneos que eligieron Madrid como lugar de destino, lo que arroja un saldo negativo de 21.952 individuos.

Estas cifras rompen una tendencia demográfica que ha durado dos décadas. "Por primera vez desde 1991, Madrid exporta más personas que las que atrae y la razón no es otra que la crisis", explica el experto en demografía Juan Díez Nicolás. Las dificultades económicas han provocado un frenazo en la inmigración: por un lado, los extranjeros que vinieron aquí en la época de bonanza retornan a sus países al perder sus trabajos; por otro lado, los inmigrantes desisten de seguir viniendo a Madrid por las escasas expectativas laborales.

De hecho, el 73% del saldo migratorio negativo (16.000 personas) se debe a la salida de los extranjeros, según las estadísticas oficiales. "Esto es la confirmación de la tendencia que veníamos notando desde 2009: la inmigración no solo se frena, sino que retrocede", apunta el sociólogo Roberto Barbeito. Los expertos sostienen que el retorno de inmigrantes se está dando más entre sudamericanos y norteafricanos, mientras que casi no se aprecia entre los asiáticos y los europeos del Este. Sin embargo, el INE no ofrece datos actualizados a 2011.

Aunque tampoco esperan una desbandada general de foráneos. "Muchos de los que llegaron a Madrid con el boom de la inmigración han constituido aquí lazos familiares, se han casado, tienen hijos y una vida establecida. Además, en sus países tampoco hay muchas posibilidades de encontrar empleo", por lo que finalmente "muchos optarán por quedarse", opina el sociólogo.

El otro grupo que está abandonando la región para irse fuera de España es el de universitarios licenciados. "Ya se nota el descenso de jóvenes con preparación que buscan su futuro en otros países", principalmente de la Unión Europea, aclara el demógrafo Díez Nicolás. "Son esencialmente jóvenes bien preparados que no ven salidas claras en España, ni siquiera en Madrid, y tratan de probar suerte en otras ciudades europeas", añade Barbeito.

Habitualmente se compara esta emigración juvenil con la ocurrida en los años sesenta, aunque los sociólogos creen que hay una diferencia sustancial: "En otras épocas se iban a la vendimia. Ahora son gente cualificada, con títulos, conocimiento de idiomas y que conocen mundo", explica Díez Nicolás. En su opinión, esto demuestra que "está cambiando la conciencia de movilidad de los madrileños: antes nadie se iba fuera, ahora ya estudian con la intención de marcharse".

Pese a todo, la región sigue siendo un polo de atracción para otras autonomías españolas. En el caso del saldo migratorio interautonómico, la cifra es positiva: en 2011 vinieron 9.221 más españoles de otras regiones que los que se fueron. "La crisis aquí es menor. Hay más facilidades laborales y más diversidad de sectores para la gente de provincias", apunta Barbeito.

La esperanza de vida de los madrileños continúa rompiendo barreras. En 2011, la de un varón de la región era de 80,33 años, mientras que un año antes era de 79,55 años, según el INE. Las mujeres viven todavía más: en 2011, su esperanza era de 86,03 años, frente a los 85,55 del ejercicio anterior. Ambas cifras superan la media nacional: 79,06 para ellos y 84,98 para ellas. A la vez, sigue bajando la fecundidad (1,46 hijos por mujer, frente a 1,49 en 2010) y crece la edad de maternidad (de 31,35 años a 31,42).