Ha llegado el invierno y conviene dar un repaso no solo al estado de nuestra calefacción sino al procedimiento mismo. Hay varias opciones para mantener el hogar a una temperatura cálida; algunas son más rápidas pero menos económicas otras más sanas y efectivas.
El repaso puede comenzar por la mejor de las opciones: el suelo radiante. Si no tenemos problemas de presupuesto, es el mejor sistema.
El suelo radiante no sólo nos brindará un importante ahorro energético, sino que además es el más saludable, pues no levanta ni polvo ni microorganismos. Además, no seca el aire ni las mucosas nasales y mantiene los pies calientes mientras se respira aire fresco.
Por todo ello el suelo radiante es el sistema de calefacción que recomienda la Organización Mundial de la Salud.
Radiadores, chimeneas y braseros
Los radiadores son una opción muy buena, ya que su forma de transmitir el calor hace que el ambiente sea muy agradable. Según explican en Tenders, el espacio disponible y el balance térmico resultante de cada ambiente determinan las características del radiador, así como sus dimensiones.
Los sistemas de calefacción por aire son de baja inercia térmica, es decir, conservan poco tiempo el calor después de desconectarlos. Eso tiene un considerable efecto sobre la factura, porque nos obliga a tenerlos encendidos durante más horas que otros procedimientos.
Las chimeneas resultan interesantes en algunos sentidos: crean un ambiente cálido y decorativamente son atractivas. Sin embargo, la suciedad, el humo y la dificultad para igualar la temperatura en toda la vivienda son sus principales desventajas.
Finalmente, los braseros eléctricos consumen mucho.
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