La promoción es dura: Hombres G han perdido la cuenta de las entrevistas que llevan a la espalda a lo largo de la mañana. La de 20 minutos coincide con la hora de comer, por lo que la charla se improvisa en torno a una mesa con un sabroso –y generoso– catering.

Un disco grabado en la playa de Zahara de los Atunes y entre amigos. Así da gusto.

Zahara es una maravilla de sitio. El clima, la comida, la gente... Lo tiene todo.

Están haciendo tanta publicidad del pueblo que casi les debería pagar una comisión el Ayuntamiento...

Desde luego. Ya no hablamos más de Zahara, que luego se hace famoso y acaba lleno de gente. Como Caños de Meca, que ahora está hecho un asco y lleno de pies negros.

Ante todo, se ve que lo han pasado bien. ¿Se nota en el disco esa atmósfera tan distendida?

Sí, pero sobre todo queda reflejado en el DVD, donde se ve todo lo que hicimos y lo bien que lo hemos pasado.

¿Este disco pretende ser una vuelta de tuerca al manido concepto de recopilatorio?

El recopilatorio al uso es una estrategia de las discográficas, no de los grupos. Hacer un grandes éxitos hoy en día ya no tiene sentido.

¿Ha sido difícil convencer a todos los que han colaborado?

Hemos llamado personalmente a la mayoría y todos han accedido, salvo los que no podían por alguna razón, como Luz o Bebe, que se quedaron con muchas ganas.

Cuando uno lleva una carrera tan extensa como la de Hombres G, ¿qué ve al echar la vista atrás?

Lo vemos muy, muy lejano. Como la época del colegio. Pero recordamos esos años como los mejores años de nuestras vidas. Todo era nuevo: nuestras primeras giras en la furgoneta, unos medios lamentables, todo el día pensando en disfrutar, emborrachándonos cada noche...

... y mucha ropa interior femenina sobre el escenario.

(Risas). Sí. Ahora lo siguen haciendo, pero en plan de coña. Se van a comprarla el día antes. Ya no se la quitan y la tiran de manera espontánea... Bueno, en América sí.

Es que allí los siguen tratando como verdaderos dioses.

Sí, sí. También es cierto que llevamos toda la vida yendo a tocar a Latinoamérica.

No todo han sido parabienes al otro lado del charco. Aquella canción de su primer disco, 'Matar a Castro', levantó ampollas...

En el fondo no había ningún contenido político en aquella canción. No teníamos nada en contra de Fidel Castro en particular, podría haber sido Pinochet u otro dictador. Pero nos costó un disgusto. Hoy seguimos siendo personas non gratas en Cuba. Entonces éramos unos chavales y aquello era pura provocación, una costumbre que teníamos adquirida de los años anteriores del movimiento punk. Ser políticamente incorrecto era lo que tocaba.

¿Hoy ya no toca serlo?

Hoy ya no tiene sentido. Bastante jodida está la gente como para encima echarle más mierda encima. Aun así, hay motivos para cagarse en todos los políticos en general, sin excepción. Porque son una panda de inútiles.

¿Y en el pop y el rock? ¿Cómo ven el panorama actual en España?

La verdad es que no lo seguimos demasiado, pero en el fondo es como siempre: hay grupos mejores y peores. Ahora, cuando ha pasado tanto tiempo, se ensalzan mucho los años ochenta, pero entonces había grupos horribles. Como les dé por volver a todos estamos jodidos.

Se formaron en Madrid en 1982. Arrasaron gracias a himnos como Devuélveme a mi chica, Voy a pasármelo bien o Venezia. Se separaron en 1992 para volver a reunirse 10 años después.