31 años de cárcel para los 13 acusados de tráfico de drogas, que aceptaron un acuerdo para rebajar las penas

El juicio contra 13 acusados de formar parte de una red de tráfico de drogas dedicada a la venta de cocaína en Santander, Bezana, Liencres y otras poblaciones cercanas, no ha llegado a celebrarse este lunes en la Audiencia Provincial al producirse un acuerdo entre las partes, que se traduce en una rebaja de las condenas solicitadas inicialmente por el fiscal, sumando en total 31 años de cárcel.

El juicio contra 13 acusados de formar parte de una red de tráfico de drogas dedicada a la venta de cocaína en Santander, Bezana, Liencres y otras poblaciones cercanas, no ha llegado a celebrarse este lunes en la Audiencia Provincial al producirse un acuerdo entre las partes, que se traduce en una rebaja de las condenas solicitadas inicialmente por el fiscal, sumando en total 31 años de cárcel.

Las principales penas han recaído en José A. A. y Ramón Manuel P.S., con cuatro años y seis meses de prisión cada uno, y multas de 50.000 y 6.000 euros, respectivamente. La hija del primero ha sido condenada a tres años, y el resto de las penas oscilan entre tres años y tres meses de cárcel para cuatro de los acusados, y seis meses la menor.

El fiscal solicitó inicialmente penas de hasta cinco años y medio de cárcel y 90.000 euros de multa. Los encausados estaban acusados de un delito de tráfico de drogas —en algunos casos de sustancias que causan grave daño a la salud y en otros que no causan grave daño—, otro de tenencia ilícita de armas y un tercero de blanqueo de capitales.

Inicialmente estaba previsto que el juicio se prolongara hasta el jueves. Los hechos ocurrieron durante 2010 cuando uno de los acusados adquiría con una periodicidad aproximada de diez días partidas de cocaína de unos 100 gramos que distribuía a terceros.

Éste era ayudado en bastantes ocasiones por otra persona, que se encargaba de la distribución a clientes. La mayor parte de la droga era adquirida para revender por parte de la hija del primero y de su novio.

Esta pareja tenía su propia clientela de compradores-vendedores, tanto de cocaína como de hachís. Uno de ellos la transmitía a su vez a terceros clientes propios, ayudado por su novia. Pero, al asumir con su proveedor una deuda importante, encontró uno nuevo, solo de hachís, que también está acusado de formar parte de la red.

Además, como en mayo sufrió un accidente, utilizó a una nueva persona para que le ayudara en la distribución de la droga durante unos días. Asimismo, otros compradores también utilizaban la droga para venderla a terceras personas.

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