Ferrero hizo estas declaraciones durante una visita a la costa sur de la isla de Lampedusa, objetivo de repetidos desembarcos, que sólo en este mes han llevado a la isla a más de mil inmigrantes de manera ilegal.

El ministro explicó que se trata de "hacer visibles a las personas que en los meses pasados han cursado una petición de regularización. Se trata de inmigrantes que en Italia pueden tener o tienen ya una persona que les da trabajo".

El pasado marzo se abrió un proceso de presentación de solicitudes para que los inmigrantes pudieran lograr un permiso de residencia vinculado a un puesto de trabajo.

El ministro visitó el centro de primera acogida de inmigrantes en Lampedusa, que sólo cuenta con 190 puestos, frente a las grandes oleadas de personas que con el buen tiempo llegan hasta sus costas, en lo que va de año 5.145 inmigrantes.

Ferrero dijo que no había encontrado "una situación de emergencia" en el centro de acogida, -indicó que había 200 personas- y aseguró que no se cerrará, sino que se ampliará para que tenga capacidad para 500 personas.

Además, indicó que la ley conocida como Bossi-Fini, aprobada en junio de 2002 por el anterior gobierno de Silvio Berlusconi, que introdujo el delito específico de inmigración clandestina, es "equivocada y se cambiará".

El embajador libio ante la Santa Sede, Hbdulhafed Gaddur, que ayer se entrevistó con el ministro del Interior, Giuliano Amato, dijo que su país tiene la intención de cooperar con Italia para controlar la inmigración clandestina.

Gaddur añadió que esa cooperación ha producido, "en el pasado reciente, resultados efectivos y visibles", según informó el Ministerio.

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