Su primer disco autoeditado.

Es el momento que estamos viviendo el que nos lleva a esto pero no ha influido en absoluto en el proceso creativo del disco.

Se ha basado más en las letras que en la búsqueda de sonidos, al contrario que otras veces.

Eso no significa que no me haya preocupado la cuestión musical. Nunca le doy a la letra más importancia que a la música. Pero en otros trabajos anteriores, como Ofrenda o Raíz, había un trabajo musical más amplio que en Vidas y ahora no ha sido tanto así. En mis últimos discos, digo que vuelvo a mis raíces como trovador.

¿Un retorno o una evolución?

Es una evolución. Porque se puede entender que irse despojando de cosas y quedarse sólo con lo fundamental es una forma de evolución. De centrarme en lo que para mí es importante y que el producto final sea más austero. En todo caso, no lo vivo como un paso atrás.

¿Qué tal trovador se ve?

Esa sí que es mi raíz. Porque pertenezco a esa tradición. Empezé escuchando a Víctor Jara, Violeta Parra, a la trova cubana y la Nova Cançó catalana. Ésa es mi escuela. Incluso en los discos en los que coqueteé con otras cosas era sobre esta base.

¿Y el cantautor tiene más que decir ahora con la que cae?

No sé cuál puede ser la diferencia entre un cantautor del siglo XXI y un trovador de la Edad Media. Cada uno vive una época y sus momentos convulsos. No pienso que las canciones surjan de las malas épocas. Las canciones surgen.

Colaboran en este disco Miguel Poveda e Iván Ferreiro.

Les admiro mucho a ambos. Es una buena oportunidad para acercar artistas que aparentemente estamos en espacios diferentes.

¿La etiqueta de cantautor de izquierdas pesa en este país?

Pesa a veces. Pero no reniego. Pero sí que tengo la sensación de que, bajo esa etiqueta, te miran con lupa. Y siento que si fuera Bisbal, no tendría ese peso encima. Con todo el respeto hacia Bisbal.

*Teatro Coliseum. Gran Via, 595. Sábado a las 21.00 h. Precio de las entradas: de 23 a 38 euros.