Pablo Suárez García destaca la importancia de la recuperación toponímica para corregir su "deturpación" histórica

El doctor en Filología e investigador Pablo Suárez García ha destacado este martes la importancia de la labor de recuperación toponímica que se está desarrollando en Asturias como forma de corrección de la "deturpación" que los nombres de lugares, según sus estudios, han sufrido a lo largo de la historia, tanto en fechas remotas como en otras más recientes.

El doctor en Filología e investigador Pablo Suárez García ha destacado este martes la importancia de la labor de recuperación toponímica que se está desarrollando en Asturias como forma de corrección de la "deturpación" que los nombres de lugares, según sus estudios, han sufrido a lo largo de la historia, tanto en fechas remotas como en otras más recientes.

Suárez se ha referido a este asunto durante su intervención en el marco de las 'III Xornaes Internacionales d'Estudiu', que organiza la Academia de la Llingua Asturiana, y que se desarrollan hasta el próximo jueves, día 10 de noviembre.

Así, ha realizado un estudio de la diversas formas de deturpación que han sufrido los topónimos, y diferentes ejemplos que ha observado. Por ejemplo, se ha referido a los casos en los que se ha incorporado una 'h' a términos como Era, sin que haya justificación, y que atribuye al error de los escribas.

En otros, ha comentado la desaparición del artículo originariamente utilizado en casos como La Casa de los Neños o La Pola Siero. Desde su punto de vista, la oficialización de los topónimos tradicionales, contribuye a la recuperación de las formas "que realmente utiliza la gente", por lo que destaca la trascendencia del proceso, especialmente en el caso de la deturpación ortográfica.

Topónimos catalanes y asturianos

Antes, el profesor Xavier Terrado Pablo, de la Universidad de Lleida, ha realizado una exposición sobre "la gran cantidad de topónimos comunes" que existen en el mundo románico, si bien se ha centrado en las vinculaciones entre Cataluña, Asturias y en la zona más oriental de Aragón.

Se trata de topónimos que, según explica, recogen palabras arcaicas, cuya utilización en la lengua común se ha ido perdiendo. Es el caso de Coriscáu (Salas) o La Coriscada (Grandas), que tienen su versión catalana en Corruscau o Corruscada, en referencia a una tierra quemada. Arbas, existente también en ambos territorios y referente a un campo de labranza, o Llagu (en catalán, Llac), proveniente del término usado para las pequeñas pozas utilizadas en la zona rural, son también palabras que dieron lugar a topónimos comunes.

Terrado comenta cómo estos conceptos van desapareciendo de la lengua habitual, o quedando relegados al habla de los viejos en algunos valles cerrados, proceso por el que pasan al campo de los arcaísmos. "En este punto, la toponimia es la única forman de que se conserven", señala.

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