El catedrático de Economía y Estrategia en la London School of Economics y director de la Cátedra McKinsey de FEDEA, Luis Garicano, ha apuntado este miércoles a la escasa productividad y al crecimiento del coste laboral como causa de la pérdida de competitividad que ha experimentado España.

Garicano, quien ha participado en el Foro Económico de El Norte de Castilla con una conferencia titulada 'El bañista desnudo: ¿Cómo puede salir España de esta crisis?, ha resaltado que el crecimiento que ha registrado el país en el periodo 1999-2009 y el aumento de la convergencia con Europa no ha ido acompañado de productividad, un problema que a su juicio ya era conocido por el país.

Así y pese a que España "crecía más que nadie", empleaba para ello más trabajadores y más capital pese a lo cual "producía menos", realidad que no sólo se experimentaba en el sector de la construcción, "con poca productividad", sino también en otros que computaron diferenciales negativos en este sentido.

De este modo y a juicio del economista, se llegó a la "preocupante" situación de un crecimiento escaso de la productividad, incluso un decrecimiento, a lo que se sumaron unos costes laborales en aumento, lo que derivó en una pérdida competitiva cifrada en el 33 por ciento respecto a los costes de Alemania.

Tras aclarar, en este sentido, que los salarios crecían "muy por delante" de lo que los trabajadores podían producir, Garicano ha señalado que esta situación se experimentó, además de en España, en Grecia, Italia, Irlanda y Portugal.

A esta realidad ha sumado el experto el crecimiento superior de las importaciones sobre las exportaciones, diferencia salvada por la financiación, lo que provocó que el país se endeudara "mucho" aunque "no más que todos" los países.

En este sentido, matizó la diferencia del caso español con el de Gran Bretaña o Japón, que cuentan con su propia moneda antes de aclarar que dado que España no puede depreciar su moneda tiene que optar por el pago de tipos de interés más elevados.

En ese punto ha situado Garicano al sector financiero, que ha tenido que acudir al mercado de capitales para solicitar más dinero y que en algunos casos, como el del banco francobelga Dexia, a punto de tener que ser rescatado por las instituciones públicas tras recibir una negativa a su solicitud de más financiación.