Respeto por los miserables

Hace unos días gané 3.000 euros en un concurso de blogs. Loco de contento, grité de alegría.
Era el primer premio que me daban en mi vida. No lo pensé, doné los 3.000 euros a una asociación que cuida de niñas violadas (http://www.publicacionesacuman.unlugar.com/). Orgulloso de mi acto, lo anuncié en la fiesta de la entrega de premios y en mi blog; se lo dije a mis amigos, a todo con el que me encontré: «¡He ganado! ¡He donado el premio! ¡La vida es maravillosa!».Al día siguiente recibí mil insultos: «¿Cómo te atreves a pregonar eso por ahí? ¡Eso se calla! ¿Qué quieres? ¿Publicidad? ¿Que te admiremos? ¡Eres una mala persona! ¡Asqueroso!». La gente me gritaba, me escribía indignada. Me avergoncé. Recordé que tenían razón: siempre se ha dicho que, cuando se hace algo bueno, te lo debes callar. Pero, pensándolo bien, no logro entenderlo. ¿Por qué por buena educación debemos mantener en secreto nuestras acciones altruistas? Quizá sea para no molestar a quien nunca hace nada por los demás. Hay que guardar silencio por los agarrados, respetar a los miserables egoístas. Hay que dejarlos en sus agujeros, tranquilos. Prefiero ser un mal educado.

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