Que se lo digan a las Adoratrices, derrotadas en su torticero intento por conseguir del Concello la recalificación del solar de su antiguo convento para, de este modo, obtener santas plusvalías. Lo que la Mano de Dios negó a sus desposadas, el dedo del hombre lo adjudicó al sobrinísimo del celtíbero más rico.
El hoy propietario del convento comenzó a construir lujosas viviendas en primera línea de parque meses antes de que el Ayuntamiento nos contara que las casas viejas iban a ser parque… custodiado por sombras de cemento.
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