El párroco del municipio ya recriminó a quienes participaron en el teatrillo (que fue el verano pasado) y al propio Ayuntamiento y dice que sufrió «presiones y amenazas» y «un intento de agresión por parte de unos jóvenes». También influyó el hecho de que el sacerdote criticara, durante una homilia, la práctica del botellón, según las mismas fuentes.
Esta situación ha llevado al arzobispo de Valencia, Agustín García-Gasco, a suspender las misas hasta que el Ayuntamiento pida disculpas públicas.
El alcalde, Fidel Clemente, asegura que no pedirá perdón por las supuestas mofas (tras la polémica, dice, los participantes se disculparon ante el párroco) porque el Consistorio «no tiene culpa» y ha tildado de «exagerado» que se supriman las misas.
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