El presidente "se comprometió a aceptar lo que sea", señaló Carod.
Pero manifestó que, al final, "mande quien mande en Madrid, siempre se entiende con la derecha catalana".
Se reconoció desencantado de la actitud de Zapatero y habló de "la virginidad" de Esquerra.
Para él, esta virginidad es haber apoyado a un presidente de Gobierno (algo que su partido no había hecho nunca "desde los tiempos de la República"), haberle votado todas las leyes y presupuestos, habiéndose comportado con lealtad, y "a la hora de la verdad", este Gobierno pacta con quienes no lo apoyaron para la presidencia.
Dice que con el Estatut se vivió una "gran ilusión colectiva", aunque Zapatero "dio su palabra de que respetaría lo que saliera del Parlamento Catalán, y esto no se ha cumplido".
Estimó que con tantos cambios en el Estatut, éste ya no es el que era y por eso, no se debería haber sometido a la sociedad catalana a ese desgaste.
Volvería a hacerlo
Aunque matizó su enfado, y dijo que lo volvería a hacer lo que hizo, pues prefiere entenderse "con una persona educada y democrática como Zapatero", aunque tengan "enormes diferencias políticas", que con un partido de tradición "autoritaria" y de falta de respeto por la diversidad, como el PP.
Consultado sobre si creía que su partido iba a seguir en el gobierno autonómico, respondió, riéndose: "Eso lo sabrá el presidente de la Generalitat".
Aunque dijo que si Maragall decidía romper el tripartito echando a ERC del Govern, debe saber que sin ellos "ya no habrá un gobierno de izquierdas en Cataluña".
Avisó que mientras él sea presidente de ERC, no se va a ir del Gobierno, porque "este gobierno lo hicimos nosotros".
Se negó a reconocerse como nacionalista: "Yo no soy nacionalista, yo soy independentista".
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