Solo una hora de clase, de 8.30 a 9.30 horas, y a casa. Llegar a un aula vacía, dejar la mochila en el pupitre y salir a jugar al patio. Ayudar a los profesores en huelga a dibujar pancartas de protesta para colgarlas en la entrada del instituto.

Estas son algunas de las ocupaciones que tienen los alumnos de los institutos públicos madrileños durante las movilizaciones convocadas por los sindicatos en protesta por los recortes en la educación pública. "Este martes tuve clase a primera hora y el resto del día estuvimos viendo películas sin que nadie nos dijera nada", asegura Mario, un alumno de 4º de la ESO del IES Ciudad de Jaén, en el barrio de Orcasitas. "¡El instituto estaba desierto!", describe.

El miércoles, este estudiante ha optado por quedarse en su domicilio. "Para no hacer nada estoy mejor en mi casa", explica. Como él, decenas de jóvenes han optado por no acudir durante esta segunda jornada de huelga a los institutos. A pesar de que esta segunda jornada ha sufrido un ligero descenso, los sindicatos cifran su seguimiento en un 80%, es decir, la mayoría de los docentes no han acudido a su puesto de trabajo o se han negado a dar clase.

Con esa misma situación se encontraron dos alumnas del IES Antonio López, en Tres Cantos, cuando acudieron al instituto. Una hora más tarde, sus madres fueron a recogerlas ya que no había actividades programadas para ese día y gran cantidad de maestros no acudieron a su puesto.

Otra opción es ayudar a los profesores que han acudido a protestar en los institutos a dibujar pancartas y colocar carteles de protesta. Es lo que han elegido los alumnos del IES Salvador Dalí, en Ciudad Lineal. "Ya que no damos clase, por lo menos colaboramos", explica uno de los jóvenes mientras terminaba un dibujo en el que se describe a la enseñanza pública como "un cementerio".

Profesores de este centro han explicado que de los 44 docentes que imparten clase normalmente, 21 estaban en huelga. "Nos han quitado siete profesores este año, y en 2010 nos quitaron otros dos que atendían a los alumnos de integración, los que van en sillas de ruedas", critica José, uno de los docentes. "Esto no es un problema económico, sino político y eso es lo preocupante", concluye otra de las maestras.