Pero la vida hace extraños quiebros y Miguel, en uno de ellos, tomó contacto con el mundo de la diversidad funcional (también conocida por el feo nombre de discapacidad).

Durante unos años puso su habilidad mental y manual al servicio de gente que necesitaba un invento para pasar páginas, para comunicarse o para mantenerse derecha en una silla.

Luego se sacó las oposiciones de profesor de carpintería y se sumó a un equipo multidisciplinar que propuso a la Delegación de Educación hacer adaptaciones de material y mobiliario para escolares con problemas sensoriales o motóricos. Lleva en eso desde 1992.

«Trabajamos por la igualdad de oportunidades», cuenta. Pero Cardona también demuestra con su trabajo que, en este mundo tecnológico del siglo xxi, hay que mantener habilidades básicas de supervivencia.

Su otro fuerte es la cocina. Criado en Huelin, es un maestro espetero consumado, y una de sus militancias es conseguir que los vecinos del barrio marengo puedan asar sardinas libremente en su playa, como antiguamente.

Siempre listo para un bombardeo, Miguel presume de haber fabricado en medio del desierto del Sahara prótesis para los heridos por las minas antipersona. En fin, que MacGyver nació en Huelin.