Y no sé si fue porque estaba contagiado por la ira de la gente que le expone a diario sus problemas o porque ese día se había levantado con el pie izquierdo, pero el caso es que la persona que me atendió no lo hizo de muy buena gana. Entre borderías y casi gritos, me dijo que el problema que le planteaba no había forma de reclamarlo.
Hasta que le dije que era periodista y el marrón se lo pasó a otro. Lo malo es que esto ocurre con demasiada frecuencia en algunos de los teléfonos de atención al público que ofrecen las instituciones; teléfonos donde responden personas que están ahí para atendernos y a las que pagamos su sueldo entre todos.
Yo me pregunto: ¿dónde puede uno quejarse del trato que recibe en estos sitios? Porque se te queda una cara de tonto...
Comentarios
Hemos bloqueado los comentarios de este contenido. Sólo se mostrarán los mensajes moderados hasta ahora, pero no se podrán redactar nuevos comentarios.
Consulta los casos en los que 20minutos.es restringirá la posibilidad de dejar comentarios