La oposición pide la cabeza de dos de los ministros de Tony Blair

Ayer, los conservadores y los liberal-demócratas pidieron la cabeza de dos de los principales aliados de Tony Blair: el ministro de Interior, Charles Clarke, acusado de haber gestionado de forma penosa la deportación de 1.000 criminales extranjeros (en su lugar fueron liberados después de haber cumplido sus condenas), y Patricia Hewitt, la ministra de Sanidad, que tampoco atraviesa un buen momento.
El ministro de Interior Charles Clarke abandona los estudios Millbank en Westminster, Londres, después de hablar con los periodistas.
El ministro de Interior Charles Clarke abandona los estudios Millbank en Westminster, Londres, después de hablar con los periodistas.
Kieran Doherty/Reuters
El ministro de Interior Charles Clarke abandona los estudios Millbank en Westminster, Londres, después de hablar con los periodistas.

A estos, como señala el diario The Guardian, hay que sumar las dificultades por las que atraviesa el adjunto al Primer Ministro, John Prescott, quien ha admitido haber mantenido una relación amorosa con su secretaria.

En lo que respecta a este último, ilocalizable durante todo el día de ayer, el Gobierno británico ha declarado que se trata de un tema privado y que conserva la confianza de Tony Blair.

La patata caliente

El principal problema con el que ahora tiene que lidiar Blair parece ser el de su Ministro de Interior, cuya renuncia piden incluso miembros de su propio partido, que temen que su incompetencia pueda restarles votos en las elecciones de la semana que viene.

Su futuro, asegura The Guardian, podría depender de que si se descubre que alguno de los ex convictos que liberó por error ha cometido un crimen después de su liberación.

El ministro Clarke, que entregó una carta de dimisión a Blair el martes, tuvo que admitir que más de un tercio de las liberaciones (288) que se realizaron sin ningún tipo de supervisión se llevaron a cabo después de que el tuviera conocimiento del problema el pasado agosto, cuando anteriormente había manifestado que "muy, muy pocos prisioneros" habían sido liberados con posterioridad a esa fecha.

Clarke se disculpó ayer en la Cámara de los Comunes y aseguró que no se "protegerá de ninguna forma tras ninguno de sus subalternos", lo que no ha servido para caldear los ánimos de la oposición y de algunos parlamentarios laboristas.

La policía y las autoridades de inmigración desconocen dónde se halla gran parte de los liberados, aunque la primera ha comenzado a investigare el paradero de los 80 presos más peligrosos, entre los que habría 5 condenados por asesinato y 9 violadores.

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