¿Cómo se debe ir vestido a un edificio público, por la ciudad, al instituto o al trabajo? La mayoría de ciudades, empresas, centros educativos o instituciones públicas dejan en manos del sentido común este tema. Otras redactan códigos de vestimenta de lo más variados.

El problema es que la imposición de una determinada vestimenta ha ocasionado más de una disputa por resultar sexista para las mujeres. De hecho, hace diez días el Tribunal Supremo dio la razón a un grupo de enfermeras de una clínica privada de Cádiz que denunciaron al centro por obligarlas a trabajar con falda, delantal, medias y cofia.

Otro gremio que también suele sufrir este tipo de discriminaciones es el de las azafatas. El sindicato CC OO denunció en marzo que la compañía Air Nostrum había prohibido llevar pantalones a sus azafatas y que les redujo cinco centímetros la falda. Por otro lado, las alumnas de los centros educativos con uniforme obligatorio tienen vetados los pantalones. Son los propios centros los que marcan el reglamento, pero en la actualidad son muy pocos los que dan a elegir a sus alumnas entre falda y pantalón.

El último caso de imposición de código de vestimenta se dio a conocer el lunes: el Congreso de los Diputados, en una circular, marcaba las pautas para que se vista "adecuadamente respecto al decoro exigible". Este caso es de los pocos que se presentan más restrictivos para los hombres que para las mujeres. A ellos se les prohíbe llevar pantalones cortos y camisetas sin mangas. Mientras que a ellas, aunque tampoco pueden llevar shorts, sí se les permiten las camisetas sin mangas, de tirantes y las minifaldas.

Algunos Ayuntamientos de Cataluña también tienen códigos de vestimenta: Barcelona, Salou y Sitges. En estas tres ciudades está prohibido ir sin camiseta o en biquini por el centro urbano. El último en incorporar la prohibición fue el Ayuntamiento de Barcelona, donde incumplir la norma puede costar hasta 500 euros.

El pasado mes de junio, la cadena de supermercados Mercadona incluyó el maquillaje entre las obligaciones de sus cajeras. Pretendían mejorar el aspecto de sus trabajadores de cara al público. Se precisaba que el maquillaje debía ser "ligero, sin pasarse con las sombras ni el color". También había normas para los hombres que trabajaran de cara al público: no se podía lucir una barba de más de dos días y, en el caso de que se tuviera, debía estar bien arreglada.