Las mañanas en el Cifea comienzan con las ecografías de las bestias en celo. Hay que saber si el único óvulo que libera la yegua está listo para fecundar. En ese caso, se les deja coquetear. En cuanto sienten el olor del otro, ella contrae sus partes y él despliega su poderío.
Los acercan y cuando el caballo cree que sí, le dan gato por liebre. Termina su faena con una vagina artificial, caliente, de látex, recubierta en cuero, que le ajusta el subteniente especialista en cría de caballos Rafael López.
A finales de mayo, el Cifea, controlado por el Ejército, tendrá un aparato de 36.000 euros para congelar semen por tiempo indefinido.
Con él, la Región presumirá de su único banco de semen. Un lujo que no pueden darse en la parada militar de Écija, de donde cada año llegan a Lorca cuatro purasangre: Severo, Gento, Feldespato y Telirio. Ellos aseguran la descendencia a la cabaña equina del Guadalentín.
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