El especialista francés en conocimiento personal Laurent Gounelle mantiene un ritmo de ventas ascendente en España con el trhiller en clave de autoayuda, No me iré sin decirte a dónde voy.

Esta novela, en la que se mezcla el suspense, la intriga, el amor y la muerte con reflexiones de avance personal, ha vendido ya 600.000 ejemplares en Francia y continúa la senda de la 'ópera prima' de su autor, El hombre que pudo ser feliz, un superventas mundial con más de un millón de lectores en su haber.

"Hemos lanzado en España 50.000 ejemplares de esta obra y observamos que sus ventas ascienden cada semana, que el feedback de los libreros es muy bueno y que el 'boca a boca' y los comentarios de los lectores resultan espectaculares", recalca la editora de Planeta, María Guitart.

"Es cierto que podría haber escrito solo un ensayo o una guía de desarrollo personal, pero probablemente habría sido indigesta; además, me encanta tener al lector en vilo, inducirle emociones y mantenerle con el libro abierto, por eso mezclo géneros", argumenta el autor desde Francia.

"Nadie está obligado nunca a seguir un camino que otros han trazado para ti porque, nosotros somos los únicos dueños y señores de nuestra existencia, porque nuestra vida se conjuga en el presente y porque siempre hay una manera de liberarse de las obligaciones heredadas del pasado", afirma Laurent Gounelle como moraleja de su exitosa obra.

En No me iré sin decirte adiós, el escritor propone una invitación al cambio, al desarrollo y crecimiento personal, en la figura de su protagonista, Alan Greenmor, un joven norteamericano de origen francés que ha tocado fondo y que se intenta suicidar desde lo alto de la Torre Eiffel, una fría noche de invierno.

El protagonista, censor jurado de cuentas, como el propio escritor fue "en su otra vida", como afirma en la entrevista, aúna en su personalidad todos nuestros miedos y frustraciones en una fábula sobre las mochilas emocionales, sobre cómo amar y dejarnos amar, sobre cómo vivir la vida.

Tras abandonar su intención de suicidarse gracias a un misterioso hombre que aparece en escena que, paradójicamente, le insta a saltar al vacío, Alan se compromete a ponerse al servicio de su salvador para ser "un hombre capaz de gobernar su vida, de resolver sus problemas e, incluso de ser feliz".

La trama continúa con las diez pruebas de autoconocimiento que el 'salvador' ordena a Greenmor, con las que paulatinamente el fallido suicida comienza a mejorar su autoestima, descubre en él recursos insospechados y se convence de que su comportamiento es el que condiciona las actitudes de 'ninguneo' de su entorno.

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