El traslado puede resultar positivo si le acompaña algún tipo de mejora, pero también tiene inconvenientes que deben ser compensados.
En cualquier caso, el trabajador puede recurrir esta medida en los 20 días hábiles siguientes a su notificación. Para que el traslado se considere permanente, debe exceder de 12 meses seguidos o a lo largo de tres años; si no, es un desplazamiento temporal, que también se puede impugnar.
Eso sí, mientras los tribunales deciden, lo más prudente es acatar la orden. Si la sentencia, que nunca es recurrible, estima que el traslado está justificado, todavía se puede optar por dejar la empresa con derecho a 20 días de indemnización por año trabajado (se trata de una extinción voluntaria del contrato) y con derecho a paro.
Si el desplazamiento es temporal, no se obtienen estos beneficios en caso de abandonar la empresa.
Sobre los traslados
Preaviso: Será de 30 días para un traslado y de cinco para un desplazamiento.
Por escrito: Y deben indicarse los motivos, duración, fecha, lugar de destino y las compensaciones.
Justificación: La empresa puede alegar una situación de crisis (pérdidas económicas), razones técnicas, una reestructuración o necesidades del proceso productivo.
Permisos: Por cada tres meses de desplazamiento, se tiene derecho a un permiso retribuido de cuatro días laborables (y otros dos para el viaje, cuyos gastos abonará la empresa).
Compensaciones: Tiene derecho a ellas tanto el trabajador como sus familiares: por desplazamientos, mudanza, dietas, etc. Los convenios pueden ampliar bastante las contrapartidas.
Las empresas los quieren cerca
Entre dos candidatos con igual capacidad y experiencia, algunas empresas prefieren al que vive más cerca. «Esto se ha dado ya; suelen tener menos retrasos y menos absentismo», afirma Esther Román, directora de una oficina de empleo de Page Personnel.
Las empresas tratan de reducir también la rotación y la inversión que realizan en formación, sobre todo en trabajos temporales y perfiles medios.
En los tribunales
A finales de enero le comunicaron su traslado permanente a Barcelona «para mejorar e intensificar las relaciones con el equipo de trabajo», según reza la notificación. «Para hacer mi trabajo no necesito estar allí –explica–, me basta con llamar por teléfono». La decisión llegaba justo antes de las elecciones sindicales, en la que fue reelegido. «Ser miembro del comité de empresa me ha permitido defenderme mejor», confiesa. Aunque ha impugnado el traslado, lo ha tenido que acatar sin que le hayan buscado casa, como estipula el convenio colectivo. Al llegar allí se encontró «una mesa vacía, sin ordenador».
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