Sacyl indemnizará con 3.000 euros a un niño hemofílico que casi muere desangrado en una operación en Valladolid

El juzgado de lo contencioso ve falta de coordinación entre los diferentes servicios del Clínico Universitario

El Juzgado de lo Contencioso-Administrativo nº 1 de Valladolid ha condenado a la Consejería de Sanidad de Castilla y León a indemnizar con 3.000 euros a los padres de el niño Iván J.M, quien en enero de 2001, cuando contaba con 4 años, a punto estuvo de morir desangrado tras ser operado de vegetaciones pese a la existencia de una nota del Servicio de Hematología del Hospital Clínico Universitario en la que se aconsejaba posponer la intervención al detectarse ciertas alteraciones en los análisis de coagulación practicados al paciente.

La condena, según informaron a Europa Press fuentes de Defensor del Paciente, asociación que representó los intereses de la familia del menor, entiende que la "falta de coordinación entre los diferentes servicios del Hospital Clínico Universitario de Valladolid hizo que el resultado analítico y sospecha de hemofilia realizado por la hematóloga no llegara a conocimiento de los cirujanos con carácter previo a la práctica de la intervención. De tal modo que se llevó a cabo el acto quirúrgico sin haber adoptado las precauciones habituales en estos casos para reducir el riesgo de sangrado".

En definitiva, tal como reconoce el fallo, se sometió al menor a una intervención con mayor riesgo, pues con la administración previa del tratamiento adecuado probablemente se hubiera evitado en gran medida el sangrado tan grave sufrido por el menor, y que precisó de dos nuevas intervenciones quirúrgicas y transfusión de sangre.

Absolución de dos otorrinos en vía penal

El presente caso terminó en 2007 en vía penal en sentencia absolutoria dictada por el Juzgado de lo Penal número 1 de Valladolid, que dejó libre de cargos a los médicos Jesús B.A. y Ángel S.A, frente a la postura en contra del fiscal, que calificó los hechos como una falta de lesiones por imprudencia, y de la acusación particular, que entendía delictiva la actuación de ambos galenos.

Entonces, la juez dictaminó que la conducta de ambos no podía considerarse negligente, "ni de forma grave ni leve", y dictó sentencia absolutoria, frente a las indemnizaciones de 12.000 y 15.000 euros que, respectivamente, solicitaron el Ministerio Fiscal y la acusación particular. Esta última parte, además, solicitó tres meses de arresto para cada doctor y su inhabilitación por dos años.

La absolución de ambos se apoyó en vía penal, fundamentalmente, en el hecho de que no quedó probado que los dos acusados hubieran tenido acceso, con anterioridad a la intervención quirúrgica, a la decisión de la hematóloga del Clínico de realizar al niño unos análisis complementarios, ni del resultado de éstos y tampoco de una nota en la que ésta puso a mano "sospechoso de hemofilia, no operar de momento".

Además, la juzgadora recordó que el menor no tenía antecedentes personales de problemas de coagulación, nada constaba relativo a los de su abuelo paterno en la historia del Centro de Salud de Tudela de Duero, del que fue derivado Iván J. hasta el Servicio de Otorrinolaringología del Clínico, y también que no quedó acreditado que la madre del niño alertara a los facultativos de que éste padeciera hemofilia.

Pese a que la analítica del preoperatorio ya detectó un alargamiento del denominado TTPA o tiempo de coagulación en el niño, la juez entendió que tales resultados por sí no obligaban a los dos acusados a suspender la intervención "puesto que se ha acreditado que ello podía obedecer a muy diversas causas, y entre otras a la propia patología que sufría el paciente y que motivaba la operación".

Los absueltos, el otorrino Angel S.A, que autorizó la operación, y el cirujano Jesús B.A, quien la llevó a término el día 26 de enero de 2001, declararon en el juicio que ni en el informe recibido de la pediatra del Centro de Salud de Tudela de Duero, desde el cual el niño fue derivado a la consulta del primero en el Hospital Clínico Universitario, ni en la historia clínica del paciente se hizo constar anomalía alguna en el apartado de antecedentes familiares, tan sólo referencia a un episodio hemorrágico sufrido por el abuelo materno a raíz de la extracción de una muela.

Por ello, ambos no consideraron relevante que en la analítica del preoperatorio se detectase un alargamiento del denominado TTPA, pues, según precisaron los dos imputados, ello no era indiciario por sí de problemas de hemofilia ya que en otros muchos casos similares el origen puede deberse a catarros o problemas respiratorios recurrentes, como así recoge la juez en su fallo.

CASI 40

Años de experiencia

Los médicos, con casi cuarenta años en el ejercicio de la profesión, aseguraron igualmente no haber visto una nota manuscrita del Servicio de Hematología del Clínico Universitario, emitida dos día antes de la intervención, en la que se advertía de que el niño era "sospechoso de hemofilia", al haberse detectado un déficit en el factor 8 de coagulación (era del 14 por ciento, cuando el valor de referencia está entre el 50 y 150 por ciento), y se indicaba expresamente la necesidad de posponer la operación hasta completar los análisis complementarios para cerciorarse de ello.

Los hechos, en los que se personó como acusación particular la asociación Defensor del Paciente en representación de los padres afectados, tiene su origen en la operación de vegetaciones realizada el 26 de enero de 2001 al niño Iván, entonces de 4 años, en el Clínico Universitario de Valladolid.

Aunque inicialmente la operación pareció desarrollarse con absoluta normalidad, el niño, ya en casa ese mismo día, comenzó a sentirse mal y a sangrar por la nariz y por la boca, hasta el punto de expulsar un gran coágulo que alarmó a sus padres y les llevó a presentarse urgentemente en el Clínico Universitario.

Allí, el niño fue sometido a una nueva operación puesto que los facultativos consideraron que había quedado algún resto sin extraer. Ni antes de la nueva intervención ni después de la segunda, según sostenían los padres, los médicos examinaron la historia del niño ni la analítica en la que se mostraba que era hemofílico.

Tras ser nuevamente operado, y a pesar de que en principio pareció que la situación había sido atajada, el paciente comenzó a sangrar profusamente cuando se encontraba en la cama de la habitación y, como así relató a Europa Press María Luisa M, madre del niño, fue preciso llevarle otra vez al quirófano para una tercera intervención a vida o muerte.

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