Si no le gusta ir dando botes al volante, mejor evite circular por la calle Pi i Margall. En los 900 metros de recorrido de esta vía sobresalen del asfalto hasta 97 tapas de alcantarilla. Y en algunos trechos, llegan a juntarse hasta más de seis seguidas.

Además de poner a prueba la paciencia de los conductores, estos baches contribuyen a desgastar el sistema de amortiguación del vehículo. «Cuantas más oscilaciones, más trabajan los amortiguadores y antes se deterioran», explican los mecánicos, unas piezas cuyos recambios cuestan, de media, 90 euros.

Resbalones con la lluvia

El asunto es aún peor para los 7.289 motoristas de la ciudad. En los días de lluvia, además de extremar el cuidado para no patinar con la pintura de los pasos de cebra, tienen que prestar atención a las tapas de alcantarilla, que con el agua también resbalan.

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Ruta alternativa de ‘tapeo’

Pi i Margall no es una excepción. En otras zonas de la ciudad, como la avenida de Samil o la avenida de Madrid, también es inevitable sentir un tamborileo en el coche al pasar sobre las tapas del alcantarillado. Lo mismo sucede en Torrecedeira, muy cerquita de Pi i Margall. A pesar de estar asfaltadas y en pleno centro, circular por ellas es como hacerlo por el monte.