Zanahorias que se asemejan a topos, fresas gigantes con varias cabezas, pepinos con apéndices...

No son alimentos modificados, sino rarezas naturales que recopila Uli Westphal, que no las exhibe como un mero capricho plástico, sino como denuncia del modo en que la industria alimentaria condiciona lo que comemos.

El artista alemán fotografía en su proyecto Mutato estos fenómenos naturales porque considera que estamos desnaturalizando a los alimentos: la industria selecciona las hortalizas para que todas sean iguales en color, tamaño y forma. Las que no entran en el canon no se venden.

Podría ser una curiosidad más del mundo en que vivimos, pero Westphal alerta de lo peligroso del procedimiento: "Con este sistema no se elimina únicamente la morfología irregular de una verdura. Sólo unos pocos tipos, los que cuentan con una mejor presentación, son los que se cultivan y distribuyen, aún cuando hay miles de variedades del mismo vegetal. Muchas de las variedades  cultivadas durante 10.000 años han desaparecido en los últimos 50".

Creó el término mutato para referise a "cualquier fruta, raíz, seta o vegetal que tenga un alto grado de desviación con respecto a las normas de la industria". Recoge estos caprichos de la naturaleza en el mutato-archivo para "preservar la existencia cada vez más escasa de la plasticidad en la agricultura".

El proyecto ha animado al artista a continuar explorando nuestra relación con la comida y en Supernatural, su último trabajo, recopila en fotografías "las ilusiones ópticas y los trucos psicológicos que se usan en los supermercados". La muestra se inaugurará el 11 de junio en la galería berlinesa VBM 20.10 Contemporary Arts and Design.

Westphal considera que cada vez nos distanciamos más de la producción de los alimentos: "Nuestra relación con la comida es, en muchos casos, post-natural o súper (de supermercado) natural. No vemos a los animales y las plantas crecer y desarrollarse. Lo único que alcanzamos a ver es el resultado final. La comida ha pasado de ser un organismo biológico a un producto industrial".

Uli Westphal explica en una entrevista a 20minutos.es los detalles de Mutato, un proyecto artístico que reflexiona sobre nuestro sustento.

¿Cómo surgió la idea de fotografiar "anomalías botánicas"?

Me mudé a Berlín en 2005 y visitando mercadillos locales vi una berenjena de cinco cabezas. Unos puestos más adelante había un pimiento que parecía la maqueta de una molécula y pepinos como montañas rusas. ¿Cómo era posible que en un mercado hubiera hortalizas tan diferentes y en el supermercado fueran uniformes y monocromas? Que muchos, incluido yo, no supiéramos de esa diversidad me animó a comenzar una colección visual de productos no estandarizados: el mutato-archivo.

¿A qué le llama mutato?

Utilizo el término para cualquier fruta, raíz, seta o vegetal que tenga un alto grado de desviación con respecto a las normas de la industria.

¿Qué quiere expresar con este proyecto?

Los mutatos son puntos de partida para reflexionar sobre nuestro sistema alimentario y la naturaleza real de las plantas y los animales que son nuestro sustento. El mutato-archivo documenta, preserva y promueve la existencia cada vez más escasa de la plasticidad en la agricultura.

Todo lo que comemos tiene que ser perfecto. ¿Tenemos una relación anómala con la comida?

Nuestra relación es, en muchos casos, post-natural o super (de supermercado) natural. Estamos completamente distanciados del proceso de producción de la comida. No vemos a los animales y las plantas crecer y desarrollarse. Lo único que alcanzamos a ver es el resultado final, una manzana o un filete, que han sido estéticamente alterados para mostrar perfección y uniformidad. La comida ha pasado de ser un organismo biológico a un producto industrial. No creo que nuestra relación con ella sea anómala. Simplemente no tenemos demasiada relación.

¿Cómo y dónde consigue frutas y vegetales tan espectaculares?

Los mutatos son dificiles de encontrar, ya que no pasan los filtros del sistema alimentario. Hay que buscar lugares donde estos filtros estén menos presentes, como en los mercadillos locales. Además, desde el año pasado tengo en Berlín una pequeña huerta en la azotea. Cultivar tu comida incrementa las posibilidades de encontrar mutatos.

¿Cuánto tiempo lleva con este proyecto?

Empecé en 2005. Al principio coleccionaba a diario y buscaba en todos los mercados. Me fascinaban porque parecían esculturas. Ahora sigo con la recopilación, pero no de manera tan intensa.

¿Tiene Mutato algo que ver con los alimentos transgénicos?

Muchos de los que ven mis fotografías creen que las frutas y los vegetales que aparecen están genéticamente modificados. Sin embargo es todo lo contrario. Los productos transgénicos tienen un aspecto tan convencional que no serías capaz de identificarlos. Están diseñados para ser un producto industrial y tienen que ser predecibles, uniformes y perfectos.

Háblenos de sus futuros proyectos.

Ahora estoy trabajando en un nuevo proyecto para documentar  los restos de la asombrosa cantidad de variedades de cultivo que hay.  Ya lo hice con los tomates y quiero añadir estudios de más especies. Para ello estoy colaborando con pequeñas granjas y bancos de semillas. También estoy con una serie de trabajos relacionados con las ilusiones ópticas y los trucos psicológicos que se usan en los supermercados. Los expondré en Supernatural, una muestra en el VBM 20.10 Contemporary Arts and Design de Berlín.