Pocos directores se han ganado su presencia en la inauguración de Cannes como Woody Allen. Después del extraño experimento del año pasado con el Robin Hood de Ridley Scott, la cita por excelencia de los festivales de cine no ha querido arriesgar y ha jugado sobre seguro con el genio neoyorquino. Y este año, si cabe, con la mejor excusa posible ya que el realizador presenta su primer trabajo rodado en suelo francés.

Después de la comedia agridulce que también exhibió el año pasado en estos mismos lares, Conocerás al hombre de tus sueños, el realizador vuelve a la comedia pura y dura con esta Medianoche en París en la que cuenta con Owen Wilson en el papel protagonista. Un Wilson que, aunque vuelve a interpretar un rol clásico en la obra de Allen, el escritor bohemio en plena crisis profesional, le da un toque más desenfadado. En palabras del propio Allen, "Wilson es mi opuesto. Es de la costa este, le gusta la playa, vive relajado"...

Un Wilson que, además de dar un toque diferente al clásico alter ego de Allen, vive enamorado de París y sobre todo del estereotipo bohemio de los años veinte. Es una ciudad que adora y en la que planea quedarse a vivir, en contra de las ideas de su prometida. Arrastrado por la nostalgia de un tiempo mejor, el protagonista acaba viajando en el tiempo para aterrizar justo en su momento fetiche.

Es en este preciso instante cuando Allen se desmelena y mejor se lo pasa ya que por la pantalla empiezan a pasear personajes de la talla de Hemingway, T. S. Eliot, Scott Fitzgerald e incluso una tríada de españoles ilustres: Pablo Picasso, Luis Buñel y Salvador Dalí, interpretado este por Adrien Brody. Pero Allen no aprovecha la inclusión de los artistas para ponerse serio. Todo lo contrario, los mejores momentos de la cinta los protagonizan los pinturescos retratos de los genios del siglo XX. Y es ahí donde mejor funciona la cinta y lo reconoce el propio Woody. "Escribir los diálogos para Picasso o Fitzgerald fue fácil, ya que lo que quería es que fueran divertidos; no realistas".

A diferencia de los arriba citados, y preguntado por ellos en rueda de prensa, Allen ha asegurado que no se considera a su misma altura. "Soy muy afortunado porque he conseguido todo lo que he necesitado. Pero no me considero un artista. Si miras a Kurosawa, Fellini, Buñuel... ellos sí son artistas. Yo no lo soy, solo he tenido suerte de poder tener una carrera muy larga", ha matizado.

Y hablando de artistas, ha sido inevitable la referencia a Carla Bruni, cantante, modelo y esposa del presidente de la República, y presente en la cinta: "Estaba desayunando con los Sarkozy cuando apareció Carla y vi que era guapa, encantadora y carismática. Así que le pregunté si quería hacer un papel pequeño y ella aceptó porque quería que sus nietos la pudieran ver en una película".

Con Medianoche en París arranca la 64 edición de Cannes. La cinta de Woody Allen no se encuentra entre las que competirán por la palma de oro pero si lo hará Sleeping beauty, la ópera prima de la australiana Julia Leigh y que promete la primera dosis de emociones fuertes en una producción que mezcla sexo, prostitución y parajes oníricos. Pero hasta entonces toca pasear de nuevo por el recuerdo de París de la mano de Allen.