Benjamín Prado relata en 'Operación Gladio' la "dictadura portátil" de la CIA llevada a cabo en la Transición española

"Los jueces son los grandes chalados de este país; creía que los grandes locos eran los arquitectos, pero los jueces los superan"
Benjamín Prado
Benjamín Prado
EUROPA PRESS
Benjamín Prado

El autor polifacético Benjamín Prado relata en su última novela, 'Operación Gladio' (Alfaguara), el "abuso del poder" de la CIA, a la que ha calificado de "dictadura portátil", en la Transición española al promover esta agencia la Red Gladio, una organización anticomunista que durante la Guerra Fría mató a miles de personas con el objetivo de evitar la expansión de la izquierda por Europa, un asunto que en esta obra de espías se encarga de investigar la periodista Alicia Durán.

En un encuentro con los periodistas celebrado en Sevilla, Prado ha señalado que los servicios de espionaje son una especie de "dictadura portátil que, en vez de radicar en un país, en un Palacio del Pardo, en una Casa de la Moneda o en una Casa Rosada, es ambulante, hoy está en Chile, mañana en Argentina y pasado en otro sitio".

Según ha explicado, la novela se desarrolla en una época en que España está pasando de la dictadura a la democracia y en la que "el pastel envenenado, el país, se convierte en tarta de la que todo el mundo quiere llevarse un trozo y en la que todo el mundo quiere meter la cuchara, siendo la cucharada más grande la de EEUU". Así, en el libro habla de acontecimientos que la CIA "toleró", tales como el asesinato del ex presidente del Gobierno Luis Carrero Blanco en diciembre de 1973, y que "financió", como el atentado de los abogados laboralistas, militantes del PCE, de la madrileña calle de Atocha llevado a cabo en enero de 1977.

Para el escritor madrileño, las cosas que tienen que ver con la historia "más controvertida" de un país, está bien que las escriban "quienes por edad las conocen y por edad no tienen rencor autobiográfico", el cual "lleva a extremos que no le convienen a la ficción", añadiendo que cuando se analiza desde cierta distancia es "mejor porque cuando algo está demasiado cerca, se vuelve borroso".

De otro lado, Prado ha hablado del nexo entre España e Italia, donde surgió la Red Gladio a finales de los 50, y es que, como ha asegurado, algunos componentes de esta red "empezaron en los 'camisas negras' de Mussolini, pasaron por Gladio y terminaron por los GAL", es decir, "siguieron el camino de la miseria, que atraviesa todas las ideologías" y ha agregado que "no hay bandera que no agarre un miserable y, mucho me temo, que no hay bandera que no desee ser abrazada por un miserable en determinadas circunstancias".

Peligrosa verdad

Asimismo, y en cuanto a la periodista que investiga lo acaecido y protagonizado por la red en la Transición, ha argumentado que "es peligroso buscar la verdad". Además, "cuando uno dice que una periodista, por contar una parte de la verdad, puede poner en riesgo hasta su propia vida, parece que está exagerando". Sin embargo, "hay que recordar que en lo que va de siglo XXI se ha asesinado a casi mil periodistas en todo el mundo, diez periodistas al mes de media".

Por otra parte, y en cuanto a la posición de los partidos comunistas de la época, Benjamín Prado ha indicado que "da la sensación de que quienes más transacción hicieron de la Transición fueron los comunistas, que lo aceptaron todo, la Monarquía, las normas la renuncia a la República, todo lo que tenían delante". Y esto puede deberse, según el autor de 'Operación Gladio', a que "estaban más metidos en un proceso de peleas internas que en una verdadera lucha por el poder porque, si no, no se explica que un partido tan pequeño entonces como el PSOE creciera tanto y que un partido tan grande en aquellos momentos como el PCE se hundiera de semejante manera".

Al respecto, ha afirmado que "los grandes damnificados de la Transición son aquellos que la democracia no les ha dado el cambio, habiendo sufrido cárceles, depuraciones" y otros castigos. En referencia a la Justicia, ha aseverado que "los jueces son los grandes chalados de este país; creía que los grandes locos eran los arquitectos, pero los jueces los superan", argumentando que "cada día se leen sentencias demenciales que puede dictar cualquier juez que no entiende por ensañamiento las 36 puñaladas que un hombre ha dado a su mujer".

Del mismo modo, Prado "no entiende" que al mismo juez al que "mandan estudiar la dictadura chilena de Augusto Pinochet o la argentina de Jorge Rafael Videla le echen a patadas de la Audiencia Nacional por intentar solucionar cabos sueltos de la dictadura en España", en relación al juez Baltasar Garzón, del que opinan los personajes de su libro.

Al hilo, ha criticado que en nuestro país "la Justicia quiere estar por encima de la Ley y eso es intolerable porque, a pesar de que somos una democracia muy asentada, hay cosas que quedan por hacer", asegurando que "la famosa separación de poderes aquí no se ha producido, ya que no estaríamos hablando todo el día de jueces de derechas y de izquierdas, se supone que la Justicia está por encima de todo esto".

El contrapunto

Precisamente, uno de los personajes de 'Operación Gladio' es la juez Bárbara Valdés, que es el personaje que "peor le cae" a Prado de la novela, tratándose de "una de las personas que más me desagradaría conocer en este mundo". No obstante, el autor ha incidido en que "la coherencia es de fanáticos, siempre es fascistoide, y yo no soy nada coherente". "Una de las maneras de intentar ser inteligente es intentar no fiarse de sí mismo, porque a veces uno se deja guiar por sus opiniones, manías y fobias".

Por esto, cuando escribe procura "no fiarse de sí mismo" y narrar, de esta forma, "a la defensiva, teniendo cuidado de que tu visión de las cosas no te ciegue", por lo que ha introducido en la historia un personaje, en este caso la juez, que, "aunque no me resulta muy simpático, es necesario". Se trata de un criterio que Prado también tuvo en cuenta en su anterior novela, 'Mala gente que camina' (Alfaguara), donde realizaba esta misma "función" la madre del protagonista, Juan Urbano, de la que ha dicho que la única diferencia con la juez es que "sí le cae bien", por ser un personaje autobiográfico.

Finalizando el encuentro, el escritor ha señalado que tiene algunos proyectos pendientes para los próximos días, tales como una conversación pública con el escritor peruano Mario Vargas Llosa, una actuación con el grupo musical Pereza o la presentación de 'Operación Gladio' en la Feria del Libro. Sin embargo, y entre risas, ha dicho que son "las tres caras de Prado" y que lo que "más miedo" le da de las tres cosas es Vargas Llosa".

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