Benedicto XVI expresó su solidaridad con el centenar de gitanos que ocuparon la basílica de San Pablo Extramuros de Roma tras ser desalojados de un asentamiento ilegal de la capital y que, por intervención del Vaticano, serán realojados en un centro de Cáritas.

El Papa, según informó el portavoz vaticano, Federico Lombardi, envió a la monumental basílica al Sustituto de la Secretaria de Estado ("número tres" del Vaticano) "para expresar su solidaridad" al grupo de gitanos procedentes de Rumanía que desde el pasado viernes "han encontrado apoyo" en ese lugar.

Los gitanos, que ocuparon dos grandes habitaciones destinadas a almacén, cercanas al claustro del templo, permanecieron durante la jornada de este domingo en ese espacio "puesto a disposición por la basílica", según precisó Lombardi, "donde han podido comer y permanecer sin problemas ni tensiones".

El Ayuntamiento de Roma propuso a los gitanos darles una ayuda económica de mil euros si decidían regresar a su país. A los que se negaran los alojaría de manera separada. A los hombres en un centro social de la ciudad y a las mujeres y niños en otro de Castelnuovo di Porto, en la afueras de Roma.

Debido a que entre los gitanos desalojados se encuentran numerosas familias, se negaron a separarse.

Este domingo, según precisó Lombardi, con la mediación de Caritas se alcanzó un acuerdo: las familias serán alojadas en un centro gestionado por una cooperativa social para que puedan permanecer unidas.

En las próximas horas los gitanos abandonarán el templo y se trasladarán a los centros de acogida. El Vaticano auspició que esta solución temporal dé paso a una acomodación estable y adecuada.

Los 150 gitanos fueron desalojados de un asentamiento ilegal levantado en la barriada romana de Casal Bruciato. Tras deambular por la ciudad, entraron en la basílica.

El alcalde de Roma, el derechista Gianni Alemanno, dijo el pasado viernes que la oferta de los mil euros era "humanitaria" y subrayó que no podían ofrecer alojamientos a núcleos familiares completos, "ya que todo el que venga a Roma puede pensar que tiene derecho a un alojamiento" y la situación se volvería "insostenible".

"Roma no se puede transformar en una gran chabola. Estas familias en sus países tienen casa y la han dejado para venir aquí y ganar un sueldo", agregó Alemanno.