Galiardo interpreta en Palma 'El Avaro' de Molière ante un público que quedará "anestesiado por el dolor de la mentira"

Critica que a la clase política española "únicamente le interesa el voto, no el bien común", y aboga por "limitar sus funciones para que dejen de mamonear"
Juan Luis Galiardo
Juan Luis Galiardo
EUROPA PRESS
Juan Luis Galiardo

Autodefinido como actor en construcción, de espíritu renovador, un par de veces reencarnado, barroco y de párrafo largo, inquieto filósofo y buscador, Juan Luis Galiardo ha aterrizado en Palma para presentar 'El Avaro', obra que acogerá el Teatre Principal entre el 14 y el 17 de abril y en la que se enfundará en el papel de Harpagón, "un viudo que, por codicia, machaca todo lo que le rodea". Una comedia moral que refleja que "uno de los males actuales es la destrucción de la familia, junto a la del individuo mismo".

En su opinión, se trata de una obra "de gran envergadura, hecha muy a conciencia para llevar la esencia de lo clásico a la misión de lo moderno", asevera el actor, quien augura que el público, ante "este maravilloso texto, lleno de pedagogía social, quedará anestesiado por el dolor de la mentira". Sobre el escenario, los asistentes se encontrarán con trece personajes que representarán las distintas franjas psicológicas de la sociedad, lo que permitirá que "todos se sientan identificados con cada uno de ellos".

"No vaticino que, como en el 66, las mujeres se queden con ganas de hacer el amor conmigo, pero si vienen puede que suceda", se atreve a ironizar Galiardo, nacido en San Roque (Cádiz) en 1940. Durante la rueda de prensa que ha ofrecido en la capital balear para avanzar los detalles de la obra, dirigida por Jorge Lavelli, el artista ha llegado a considerar a los banqueros como los máximos exponentes de la avaricia en la actualidad, por encima de los políticos, a quienes se ha referido como "adolescentes empeñados en llevar la razón permanente en la vida".

De hecho, para el gaditano, a la clase política española "únicamente le interesa el voto, no el bien común", por lo que ha incidido en la necesidad de "limitar sus funciones para que dejen de mamonear, algo típico de los tontos". En un acto en el que se ha mostrado especialmente crítico con este sector, Galiardo ha apelado al voto en blanco en las elecciones autonómicas y municipales del 22 de mayo "para castigar a los políticos y que empiecen a apretar el culillo". "Si otra vez los corruptos ganan por mayoría, seguiremos en un país corrupto".

En cualquier caso, ha aseverado que "un empate técnico" entre las dos fuerzas mayoritarias "estaría bien" así como "un pacto de Estado" entre éstas para favorecer el diálogo con las Autonomías y con las distintas entidades sociales "de un país con una cultura invasora maravillosa: hemos sido reinos variados y toda la gresa actual sólo es producto de la ignorancia".

El actor ha ironizado incluso, en un momento de la rueda de prensa en que le ha sonado el teléfono móvil, que a esa hora "siempre" le llama el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, "para que le dé asistencia psicológica: después de que buenos psiquiatras me recondujesen, ayudo a la tropélica clase política a que vaya por el camino de la sensatez, no de la algaravía".

El catalán "como arma de comunicación,

No arrojadiza"

Entremezclando ironías, recuerdos y pasiones, Galiardo ha aprovechado para expresar su aprecio a la lengua catalana, a la que ha considerado "un vehículo de comunicación y no un arma arrojadiza". De hecho, ha ensalzado su vínculo familiar con Cataluña hasta el punto de decantarse por la victoria del FC Barcelona en su enfrentamiento ante el Real Madrid del próximo sábado. "Fui madridista hasta que el equipo perdió sus principios y empezó a moverse en un mundo de negocios".

Así las cosas, ha manifestado que "estaré siempre con el deporte y con los mejores. y la evidencia es que el Barcelona es el mejor con diferencia, el que despliega un juego como si de ballet y arte se tratara".

Critica la gestión del cine español

Finalmente, ha lamentado la "malísima gestión y la politización perversa del cine español, la mayoría de cuyas películas nunca se estrenan pese a las subvenciones que reciben", mientras que se ha referido a Hollywood como "la gran fábrica de los juguetes rotos", donde los artistas "viven en un estado de triunfo permanente y a quienes mandaría una carta para decirles que deben aguantar el tirón de no estar siempre en primera línea".

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