orden que a jóvenes. A estos últimos no les permitían ni sentarse en la plaza, como cada viernes.
Daba la sensación gráfica de estado de excepción. Para los jóvenes era divertido, entre risas, gritos y palmas. Los policías, sin embargo, acatando órdenes y sin poder disfrutar del fin de semana con sus familias. Como derivada, cualquiera diría que una cuestión a resolver en el ámbito educativo y el respeto al descanso de los demás se ha convertido en un problema de orden público y si continúa…
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