Las aceras son traidoras
Las obras se hacen para mejorar, pero en ocasiones no se consigue del todo. La polémica humanización de Alfonso XIII, con un retraso de cuatro meses, les ha hecho un flaco favor a algunas de las antiguas viviendas de la zona. Las nuevas aceras son anchas, sí, pero también demasiado altas, lo suficiente para que el agua se filtre al interior de algunos pisos cuando llueve con fuerza.
La renovación de Areal es una asignatura pendiente que la ciudad espera sacarse de encima como contrapartida a la ampliación del puerto. Y es que urge: las pistas deportivas están tan demandadas como deterioradas y junto a la rotonda que da acceso a la ronda litoral, justo enfrente del antiguo Rectorado y futura Alcaldía, hay un solar que todos utilizan como aparcamiento improvisado.
Sentarse tampoco es fácil en el centro. Dos arterias tan bulliciosas como García Barbón y Rosalía de Castro carecen por completo de bancos en los que esperar un autobús, hacer tiempo antes de una gestión o descansar de un largo paseo. Y lo mismo ocurre en las calles de los alrededores.
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