Familias rotas por el alcohol

Daniel se creía un dios y terminó en la calle por culpa de las copas.
Así queda el escenario de un botellón en el que tienen que intervenir numerosos operarios.
Así queda el escenario de un botellón en el que tienen que intervenir numerosos operarios.
Efe
Así queda el escenario de un botellón en el que tienen que intervenir numerosos operarios.
Su familia se  rompió y ya nada volvió a ser igual. Sólo tiene 30 años. La historia de este joven granadino no es muy distinta a la del resto de los miembros que cada día acuden a las reuniones de Alcohólicos Anónimos. «Hay para todos los gustos, pero el denominador común es el alcohol», afirma Manolo, uno de los miembros de la asociación. Daniel lleva dos años sobrio gracias a la ayuda de este grupo «y a la fuerza de voluntad».La juventud ya no es un elemento extraño en estas reuniones, «donde la gente cada vez acude con menos edad. Se empieza con el botellón y se acaba perdido».

La familia es la otra gran sufridora de las historias. Cada martes y jueves, los miembros de Al-Anón se reúnen en los salesianos y en la iglesia del Carmen (frente a traumatología). «Nosotros –declara uno de los miembros de la asociación– necesitamos curarnos tanto como ellos, aunque en este caso nuestras enfermedades son bien distintas».

Hablan de sus experiencias, se ayudan a superar los miedos y aprenden a curarse de un mal muy común: la vergüenza.

Información: Al-Anón 639 729 862. A. Anónimos  686 074 206.

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