Ultimátum a Merce y Paco para que desalojen su gruta

  • La Policía los presiona para que abandonen el Puente de Toledo antes de abrir el parque (15 de abril).
  • "A Gallardón le avergüenza tenernos junto a su río".
Merce, en su del Puente de Toledo, el lunes. Al fondo, los jardines de Madrid Río (izda.) y el muro donde se abre su vivienda-cueva (dcha.).
Merce, en su  del Puente de Toledo, el lunes. Al fondo, los jardines de Madrid Río (izda.) y el muro donde se abre su vivienda-cueva (dcha.).
JORGE PARÍS
Merce, en su del Puente de Toledo, el lunes. Al fondo, los jardines de Madrid Río (izda.) y el muro donde se abre su vivienda-cueva (dcha.).

"Aquí no se pueden quedar. El parque abrirá el 15 de abril y ustedes tienen que buscarse otro sitio". Mercedes y Paco, los habitantes del agujero de 10 metros cuadrados abierto en un muro junto al Puente de Toledo, llevaban cuatro años temiendo estas palabras. El pasado junio, Paco ya lo auguró durante una visita de 20 minutos: "Algún día vendrán a echarnos". El sábado, a las nueve de la mañana, llegó el momento temido: una pareja de policías municipales tocó a la puerta de su casa y sus temores se hicieron realidad: "Tienen hasta esa fecha. Si no se van, nuestros superiores tomarán medidas", fue el ultimátum municipal.

La apertura completa de Madrid Río está próxima (solo quedan los jardines del Puente de Toledo y los de Arganzuela) y el Ayuntamiento quiere esconder a Merce y a Paco de la vista de los madrileños. "Se ve que a Gallardón le da vergüenza tenernos junto a su río cuando la gente venga a pasear", sospecha Mercedes, de 44 años."Tanta vergüenza le damos que ha visitado todas las obras del río, pero por aquí ni se ha asomado", añade.

Pese a la amenaza de desalojo, esta pareja no piensa abandonar su casa. "Yo no vivo aquí gratamente, intentamos mantener la casa decente, pero no deja de ser un agujero. Aun así, es lo único que tenemos, no tenemos otro techo y aquí nos vamos a quedar", advierte mientras tiende la ropa en una cuerda enganchada al muro. Con esas mismas palabras respondió a las amenazas de la Policía, según recuerda Merce: "Les he dicho que no me voy a ir por mi propio pie. Si quieren, que me detengan".

"De aquí no me muevo"

Mercedes está apenada por la posible pérdida de su modesto hogar. Mientras, Paco (de 58 años) se muestra más combativo: "Llevo aquí cuatro Merce y Paco en su gruta, en el Puente de Toledo.años, no hacemos daño a nadie. De aquí no me muevo, si me quieren echar tendrán que pegarme antes un tiro", espetó a los agentes el día que fueron a informarlos del desalojo.

El Ayuntamiento alega que el habitáculo que habita esta pareja es "un espacio público que están ocupando ilegalmente". La gruta está dentro de un muro levantado en los años sesenta para canalizar el río Manzanares. Se accede a ella bajando una de las rampas que arrancan al inicio del Puente de Toledo, en la orilla de Pirámides (Arganzuela).

Rechazan un albergue

El intento de desalojo de Merce y Paco entra dentro de los planes de Urbanismo para erradicar los poblados y los microasentamientos chabolistas de la ciudad antes de que acabe 2011. A esta pareja, los servicios sociales del Ayuntamiento "les han ofrecido en reiteradas ocasiones recursos de la red estable de personas sin hogar [es decir, albergues para indigentes]", pero "siempre lo han rechazado", explica un portavoz del área de Familia y Servicios Sociales.

Para la pareja, residir en un albergue sería peor que hacerlo en la calle. "En este agujero aguantamos las miradas, las burlas y las murmuraciones, pero tenemos algo de tranquilidad, una vida casi como la de cualquier matrimonio. En cambio, ¿tú sabes lo que es un albergue? Un sitio con drogadictos, gente enferma, jaleos, borrachos... yo ya he salido de ese mundo, fue el mayor error de mi vida, y no quiero volver. Antes, me cambio de puente", dice Paco. El tiempo juega en su contra. Solo les quedan dos semanas. Pero "no perdemos la esperanza; ellos tienen corazón".

"Los vecinos nos animan a resistir"

Paco y Merce no están solos. Tienen cientos de aliados en el barrio de Pirámides. "Desde que salimos en verano en este periódico vienen a charlar con nosotros y a traernos comida", cuentan. Con el tiempo han comprobado que no son conflictivos: "Saben que no trapicheamos ni montamos escándalo, vivimos de lo que recogemos. Incluso nos animan a resistir y bajan a decirnos que ni se nos ocurra irnos".

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