El pasado jueves día 24 fueron clausuradas en Sevilla las I Jornadas sobre Educación, Discapacidad, Emergencias y Seguridad, con la presentación de las Conclusiones y la lectura del Manifiesto de Sevilla por una Educación Segura.

Fueron dos días de encuentro en el CEIP Ortiz de Zúñiga entre profesionales de los servicios de emergencias y seguridad, docentes del CEP de Sevilla, asociaciones de discapacitados y profesionales en la atención a la discapacidad. Durante estos días, han debatido sobre las fortalezas y debilidades de los servicios de emergencia y seguridad ante una situación de emergencia en un centro escolar en el que se encuentren alumnos con discapacidad.

A la vez, y según informa la organización, los participantes han estado integrados en cinco talleres, agrupados por discapacidad visual, auditiva, motriz, trastornos del espectro autista o trastornos graves de conducta, para conocer más sobre ellas, y conocer algunas pautas de actuación en una situación de emergencia.

Para Antonio Barea, presidente de la Asociación Profesional de Gestores de Emergencias y Seguridad, este era uno de los objetivos de organizar estas Jornadas, analizar "los diferentes escenarios que podemos encontrarnos en una situación de emergencia para que cada uno de los actores a participar en su gestión tenga claro qué tiene que hacer, cómo y cuándo. Si esperamos a que se produzca una situación de emergencia en un colegio en el que hay alumnos con discapacidad para plantearnos dudas la eficacia en la prestación del servicio, no será total y la seguridad de los alumnos puede verse comprometida, y eso no puede ser".

Entre las conclusiones adoptadas, Barea señala que para los profesionales de emergencias y seguridad, se pone de manifiesto el relativo desconocimiento sobre las discapacidades y especialmente de aquellas "no visibles", como pueden ser la auditiva, las del espectro autista o los trastornos graves de conducta. Por eso, se requieren medidas excepcionales que aseguren el éxito y minimicen el impacto en los discapacitados, y conocer qué tipo de discapacidad y dónde se encuentran, cuando se dirijan a una situación de emergencia.

Otra de las propuestas es formar a diario a los alumnos "como si de un juego se tratase" en aspectos relacionados con las emergencias, de vital importancia en caso de que se produzcan. Según Barea, nadie duda en que quien mejor ayuda es quien está al lado del discapacitado, y por eso debe saber "cómo ayudar". Por eso, los profesiobales abogan por una distribución funcional de las aulas, en previsión a una evacuación, y facilitando la evacuación de las personas con discapacidad.

Todos los participantes, además, coinciden en la necesidad de que estas Jornadas no sean las últimas y que las acciones de formación conjuntas "se deben realizar periódicamente", incluyendo estas materias en un lugar preferente en los currículos formativos, con contenidos eminentemente prácticos. Concluyen también estos profesionales en la necesidad de sistematizar y normalizar la información, con herramientas ágiles y el empleo de tecnología, para que los servicios de emergencias puedan tener acceso a los datos necesarios para poder garantizar una actuación certera y eficaz.

Según Barea, de nada sirve que existan datos aislados en sistemas inconexos, es preciso tenerla accesible y actualizada. Se plantea como reto, así, "apoyarse en las capacidades de cada uno en cada tipo de situación, para conseguir la máxima autonomía posible".

Estas conclusiones, entre otras, son el respaldo del 'Manifiesto de Sevilla Por una Educación Segura' que fue presentado al finalizar el acto por Antonio Barea y que pretende ser la carta de presentación de estos profesionales con inquietudes y preocupados por anticiparse a la situación de emergencia para que, en el caso de que se produzca, todos conozcan su papel y la situación se solvente como si nada hubiese pasado y los alumnos se puedan mantener tranquilos y se sientan seguros.