Investigan con insectos, a los que implantarán un microchip en fase de crisálida, en el momento en que el invertebrado pueda tolerarlo. De este modo aprovecharán la evolución de los insectos desde la fase de crisálida, ya que el cuerpo del animal puede curar durante su crecimiento las heridas y reposicionar los órganos internos.
En principio, el chip implantado serviría para que los insectos pudieran detectar componentes químicos y realizar transmisiones de información. El Pentágono ya había intentado experimentos similares con avispas en el pasado, pero fracasó porque estos animales fueron imposibles de controlar.
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