Anna Freixas, la menopausia y el género: "Las guerras están organizadas y mantenidas por hombres andropaúsicos"

La autora presenta 'Nuestra menopausia. Una versión no oficial', un libro que disipa los estereotipos que limitan la vida de las mujeres en la mediana edad
Anna Freixas
Anna Freixas
Remedios Malvárez
Anna Freixas

He de confesar que leer Nuestra menopausia. Una versión no oficial, de Anna Freixas, tranquiliza, pero a la vez, enfada, porque en cada página nos damos cuenta de cómo la menopausia ha sido siempre retratada como una enfermedad a la que temer y de la que avergonzarse, cuando en realidad, no es más que un proceso natural cuyas heridas son fruto de la estigmatización social fruto de esta transición. ¿Por qué digo, además, que su lectura tranquiliza? Porque la autora se asegura de explicar las bondades de la menopausia, que no son pocas.

La menopausia abre la puerta a la manifestación de la ira de las mujeres

"La menopausia tiene también su quid: abre la puerta a la manifestación de la ira de las mujeres, tantos años contenida; vuelve a ponernos en contacto con la rabia, tras muchos años de autocensura debida a los efectos del estrógeno, que nos hace más dóciles y sumisas. 

No es que nos pongamos de acuerdo y demos rienda suelta a la rabia que en la etapa anterior de seres amables y sostenedores del equilibrio familiar habíamos comido. No. Es que llega el momento en que, finalmente, nos damos permiso para llamar a las cosas por su nombre y no aceptamos seguir llevando el peso. Pero la ira, nuestra ira, nos asusta. Nos da miedo expresarla, porque sabemos que la sociedad no acepta la rabia femenina, que es percibida como un signo de no feminidad", escribe.

"Son muchas las ventajas de la menopausia. Yo estoy continuamente dando charlas y una parte de mi público es gente mayor. Cuando digo que la menopausia es lo mejor que nos pasa en la vida, todas dicen que sí. Las chicas jóvenes miran con sorpresa. Creo que esto tiene que servir para que os acerquéis a la menopausia con la felicidad de pensar que sencillamente, se trata de entrar en otro momento", comenta a Mujer.es.

"Entre nosotras hablamos de esto, y hay que escuchar a nuestras madres y abuelas: la menopausia da paz. Muchas mujeres no tienen sofocos, aunque otras sí. De las que los tienen, algunas tienen muchos y otras, pocos. Pero sea como sea, se pasan. No es algo de por vida. Procura tomar poca cafeína, relájate y haz vida sana, pero tranquila: se te van a pasar los sofocos", añade en nuestra charla.

Nuestra menopausia
Portada del libro 'Nuestra menopausia. Una versión no oficial'
Cortesía

Como escribió en 2018 Sin Reglas, le preguntamos qué ha cambiado en estos años respecto a la forma en la que la sociedad habla acerca de la menopausia y qué es lo que le sorprendió a su llegada. "Cuando la tienes, te sorprende lo poco dramática que es respecto a lo que te dijeron que sería. De eso va el libro, que habla de las mujeres. Por eso, pongo que es la versión no oficial: porque es la que tendría que ser en realidad la oficial, pues parte de las voces de mujeres que hablan de menopausia

Hablan de lo que esperaban que fuera y de lo que realmente vivieron", explica la autora, que tratando de conocer los aspectos positivos y negativos, de la menopausia, "la relación de esta con el deseo y la sexualidad, los temores de donde se partía y en qué medida estos se han visto cumplidos o no" y ante todo, para "obtener información acerca de las estrategias que se ponían en práctica en este periodo y cómo se evaluaban en términos de eficacia", ha contado con el testimonio de 135 mujeres que le hicieron llegar la narración de sus vivencia en esta transición vital. 

La experiencia de la menstruación está sujeta a un condicionamiento social y cultural

En el libro señala que en un estudio llevado a cabo por Mary Lou Logothetis, el 75 % de las mujeres indicaron no haber tenido casi ninguna molestia. Tan solo el 7% alegó haber sufrido incomodidades importantes. En 1982, Margaret Lock indicó que sólo el cese de la menstruación y el descenso en la producción de estrógenos es un hecho universal, mientras que otros signos, incluidos los sofocos, pueden darse en muchas culturas pero no son inevitables. Por ello, en su opinión, la experiencia está sujeta a un condicionamiento social y cultural.  

Anna Freixas
Anna Freixas
Remedios Malvárez

"La menstruación sigue siendo un tabú, y lo será durante mucho tiempo, pero creo que estamos en ya en otro momento. Ahora por ejemplo, las jóvenes hablan más de la regla que antes, e incluso acerca de la menopausia. El hecho de que muchas mujeres de otras generaciones ya hablen de ello ha hecho que se normalice esta transición y que se entienda que tras la menopausia nos quedan 40 años de vida. Nos tenemos que nos dar cuenta de que es un hecho cronológico que se produce en nuestra vida, como antes se produjo la menarquia", asegura. 

Y de nuevo... cuestión de sexo

"Ellos maduran, ellas envejecen", dijo Susan Sontag. Freixas explica que mientras que los hombres transitan con reconocimiento por los procesos andropáusicos, a las mujeres se les atemoriza con amenazas acerca de las catástrofes que están por llegar, para que así las mujeres post menopáusicas desaparezcan de la vista social y del mercado sexual. De esta forma, queda un espacio libre para los hombres, mientras que las mujeres han sido atemorizadas y silenciadas. 

¿Por qué las guerras están todas organizadas y mantenidas por hombres andropáusicos?

"Los hombres pasan por muchos problemas relacionados con la evolución, como el descenso de potencia sexual, que tiene que ver con la andropausia. ¿Por qué las guerras están todas organizadas y mantenidas por hombres andropáusicos? Se lo tendrían que hacer mirar. ¿Por qué nosotras que no vamos a montar ninguna guerra, tenemos que tratarnos la menopausia cuando ellos no tienen que tratarse nada, porque se supone que las guerras las necesitamos?", se pregunta Anna Freixas. "Lo digo de broma, ¿eh?", apostilla.

Anna Freixas
Anna Freixas
Remedios Malvárez

Las transiciones vitales de las vidas de las mujeres están siempre precedidas por el miedo. ¿Por qué? "Es una magnífica pregunta que nos tendríamos que hacer. Nos tendríamos que preguntar qué significado tiene y por qué siempre tenemos temor a las transiciones vitales. Creo que eso forma parte de esa manera de ver el cuerpo de las mujeres como algo misterioso y complicado. Las niñas, por ejemplo llegan ahora bien informadas a la menarquia y se dan cuenta de que eso no es tan terrible", explica. "Si recibes la menopausia con la tranquilidad, y piensas que entras en una etapa mejor de tu vida en la que vas a vivir con más tranquilidad, con mayor capacidad, sin preocupación por el embarazo, con mayor equilibrio… Entonces será algo que desees, porque la menopausia es algo deseable", comenta. 

El yugo del miedo y de las inseguridades

El miedo nos acecha y nos oprime al tiempo que se alimenta de nuestras inseguridades, que son fomentadas por un mercado que se asegura de generar nuevas necesidades innecesarias y de crear complejos hasta entonces inexistentes. "Todas las industrias se ceban con nuestro cuerpo, y la menopausia es otra muestra de las industrias que viven de nosotras. El ideal de la belleza es inaccesible. Las mujeres estamos siempre insatisfechas, porque nunca estamos lo suficientemente guapas, delgadas, ni jóvenes, y eso no termina cuando se pasa la adolescencia. Sigue adelante, hasta la menopausia, y después tienes que ser una vieja, pero una vieja estilosa. Hay un mercado que se nutre del cuerpo de las mujeres", comenta la autora.

Las pensadoras feministas llevan tiempo luchando para que las mujeres vean la menopausia como un tiempo de liberación, verdad, pacificación y poderío, un pensamiento alejado de la enfermedad, el abandono la pérdida de poder y atractivo decretado por el mercado heterosexual. Hasta que lo logremos, nada como dar voz a figuras como Anna Freixas, que en cada escrito, al igual que en cada entrevista, se asegura de celebrar la nueva mujeridad. Si con Yo vieja luchó por desestigmatizar la palabra "vieja", ahora hace lo propio con la menopausia, que con su libro, por fin se perfila para quien lo lea como algo tan inevitable, como deseable.

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