La asociación Adayra nace en 2018, cuando un grupo de personas sensibles a la realidad de muchos animales de nuestro país decidieron unir sus esfuerzos y conocimientos del mundo canino para aportar su granito de arena en la lucha contra el maltrato y abandono, tal y como relatan desde la misma. En la foto nos presentan a Elliot, un galgo macho de aproximadamente tres años de edad que fue abandonado en el campo y que se veía obligado a cruzar una carretera a diario para llegar a un basurero en busca de comida. "Tras observarle y colocar una jaula trampa conseguimos rescatarle", cuentan. "Es simpático, glotón y sociable con otros perros".
Aunque el grupo de personas que forman Adayra ya realizaba labores de rescate de animales anteriormente, fue en 2019 cuando se consolidaron como asociación de ayuda y rescate animal "con el fin de ofrecer una segunda oportunidad a los animales que tuvieron una vida difícil", expresan. En la foto podemos ver a Forrest y Gump, dos hermanos de dos años que llegaron siendo cachorros a la asociación, tras ser encontrados en una caja en medio del campo. "Fueron adoptados al poco tiempo pero enfermaron y fueron devueltos", lamentan desde Adayra. "Tras pasar por muchos veterinarios conseguimos salvarles y, aunque Forrest tiene alguna secuela neurológica que se nota al caminar, son perros que pueden llevar una vida completamente normal".
"Estamos centrados en perros pero ocasionalmente hemos ayudado también a algún gato de una colonia cercana, aunque no es nuestro principal objetivo", explican desde la asociación. "Además, nuestro albergue solo está preparado para perros". En la foto se encuentra Billy, un precioso y enorme mastín de tres años de edad. "Se cruzó con nosotros de noche, en medio de una carretera", relatan desde la asociación. "Es sociable con otros perros siempre que se hagan buenas presentaciones, además es cariñoso y le encanta pasear".
Para realizar su labor de rescate de perros abandonados y mantener el refugio y sus costes la asociación cuenta con la aportación de socios, padrinos y teamers, entre otros. "También participamos en ferias de adopción y mercadillos solidarios donde ofrecemos merchandising de nuestra asociación", cuentan. En la foto nos presentan a Nacho, un cruce de lobero irlandés de aproximadamente un año y medio de edad. "Cuando creció, debido a una enfermedad de un familiar, no pudieron seguir atendiéndole pero es un perro de corazón tan grande como su tamaño", aseguran desde Adayra. "Es simpático, sociable, cariñoso y juguetón".
"También intentamos optar a la subvención de la Comunidad de Madrid (que aunque pequeña, siempre es bien recibida) y, últimamente, hemos puesto en marcha un proyecto de talleres online que, por un precio muy pequeño, nos permite obtener ingresos recurrentes a la vez que educamos y concienciamos a la gente en la tenencia amable y responsable de animales". En la foto podemos ver a Bexter, un mestizo de pitbull de tres años de edad al que han tenido que hospitalizar en dos ocasiones por problemas digestivos y bajada de defensas debido al estrés que le supone vivir en el refugio. "Ahora se encuentra sano, aunque sigue muy estresado", cuentan. "Ha estado varias veces en acogida y se porta fenomenal en una casa, necesita un hogar urgentemente".
Desde la asociación opinan que "siempre lo tienen más complicado los animales de edad avanzada, tamaño grande o con dificultades en su relación con otros individuos". "También los que tienen enfermedades, los de color negro o los de razas consideradas potencialmente peligrosas", agregan. "A la gente, desgraciadamente, le gustan los animales que no dan problemas, los que no requieren mucho esfuerzo extra o más implicación de la normal". En la foto se encuentra Amal, un buen ejemplo. Se trata de una galga de tres años que es desconfiada con humanos. "Vagaba por un pubelo de Madrid y hubo que capturarla con jaula trampa ya que es desconfiada con la gente, aunque sociable con perros, quienes la ayudan a relacionarse con los humanos", explican desde la asociación.
Cualquier persona interesada en adoptar uno de los peludos de Adayra tendrá que rellenar un formulario de adopción como primer paso, el cual se puede encontrar en su página web. "Una vez lo recibimos, es valorado por nuestro equipo de adopciones y nos ponemos en contacto con el posible adoptante para comunicarle si tras la valoración le haremos una entrevista telefónica (si ésta va bien, quedaremos físicamente con esa persona para que pueda conocer al animal)", detallan. En la foto nos presentan a Denver, un peludete de ocho años abandonado en un pueblo donde nadie se hacía cargo de él. "Es cariñoso y lean con los que confía, aunque un poco desconfiado con los que no conoce", cuentan. "Tiene artrosis en sus caderas y necesita un tratamiento para aliviar el dolor, aunque él no se siente mayor y corre y juega como un cachorro", aseguran desde Adayra.
Para finalizar la adopción harán falta al menos dos visitas más al refugio antes de llevarle al animal con el fin de que se vayan conociendo adoptante y perro, y también para que la protectora pueda ir asesorando sobre las pequeñas dificultades que el animal pueda tener y cómo gestionarlas. "Una vez el animal esté listo para irse adoptado, el adoptante se compromete a un seguimiento en el que podremos seguir acompañándole durante la adaptación del animal a su nuevo entorno con el fin de evitar la devolución del animal por una mala gestión de su responsable", detallan. En la foto se encuentra Pluto, un obediente y cariñoso perrete de cinco años cuyo juego favorito es olfatear. "Necesita alguien con paciencia, que entienda lo que es convivir con un perro con energía y pueda aportarle la atención que necesita", concluyen.