Igual que nunca llueve a gusto de todos, la crisis económica no afecta a todos por igual. En algunos casos, incluso beneficia. Además de tiendas y comercios más baratos, los videoclubes son de los negocios que han salido bien parados.
La razón es simple. El miedo a la recesión y la psicosis por el ahorro han hecho que el alquiler de películas se convierta en una apuesta de ocio alternativa para los jóvenes. «Salir de fiesta sale muy caro y, si tienes pareja, ver una peli en casa es buena opción», señala Estibaliz Zubizarreta, una joven bilbaína de 23 años.
Los empresarios del sector, por suparte, se sienten aliviados. Poco antes de la crisis, su situación era desesperada. Habían cerrado el 30% de los videoclubes debido a las descargas ilegales y el top manta. La recesión ha frenado su caída. «Sí que hemos notado una mejoría, al menos para mantener abiertos, explica Juan José Cruz, de la Asociación de Videoclubes de Vizcaya.
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