En tiempos de vacas muy flacas como los que vivimos, las redes de asociaciones vecinales y entidades de barrio se vuelcan aún más en la solidaridad con los que peor lo están pasando. Iniciativas como el banco del tiempo, las redes de intercambio de conocimientos, las cooperativas de consumo y el voluntariado, que ya forman parte desde hace años del tejido asociativo de la ciudad, crecen tanto en demanda como en oferta.
A medida que se agrava la crisis, surgen ejemplos concretos. En Torrelles de Llobregat (Baix Llobregat), miembros de una asociación de vecinos han pintado, por iniciativa propia, un casal de gente mayor y un parque.
Una treintena de vecinos participaron el pasado domingo 21 en esta iniciativa ciudadana. En Ciutat Vella, uno de los distritos más castigados, la Associació Barceloneta Alerta (ABA) trabaja a pie de calle para paliar los efectos de la mala coyuntura actual.
Aparte de gestionar un banco del tiempo, hacen lo mismo con un huerto comunitario y un equipo de voluntarios que llevan a cabo tareas asistenciales, de acompañamiento de personas dependientes y reparto de alimentos a los más necesitados. Desde la Federació d'Associacions de Veïns i Veïnes de Barcelona (FAVB) destacan que las cadenas de favores funcionan como parte intrínseca del movimiento asociativo catalán y de la ciudad, pero que ahora estas entidades se encuentran «desbordadas».
BarcelonaActua es otra comunidad y red social solidaria que tiene muy presente en sus acciones los efectos de la crisis en los ciudadanos. Nació a principios de año y cuenta ya con unos 1.600 adscritos. Laia Serrano, su directora, explica que la entidad nació de ver "cómo gente que pierde el trabajo opta por dedicar parte de su tiempo al voluntariado y de ver cómo gente a la que las cosas le van bien siente la necesidad de ayudar y no sabe bien cómo hacerlo".
En su poco tiempo de vida, han surgido casos reales de ayuda: una chica que donó un piano al Institut del Besòs, otra que donó sus libros a un instituto de Sant Roc, en Badalona...
Consumir en cooperativa
La cooperativa de consumo Verneda funciona desde hace nueve años en Sant Martí. Patrick Kappert, holandés, es uno de sus integrantes. Contactan directamente con productores de verduras, carne, lácteos y huevos. Son 24 familias actualmente. Algunas se han dado de baja porque la carne ecológica es "bastante cara".
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