Se trata de las 10.562 que se levantaron entre los años 1960 y 1980, un periodo en el que Vigo pasó de 144.914 habitantes censados a 258.724 y se llenó de bloques de viviendas cubiertos de loseta, un elemento muy popular entonces en las fachadas.
Un vistazo a Coia y otro al archivo de los bomberos basta para darse cuenta del riesgo que esto supone. Las losetas se caen con facilidad con el paso de los años, y
esta época, de hecho, es la peor. El descenso de las temperaturas en otoño contrae los materiales, dilatados durante el verano, y facilita el desprendimiento.
En lo que va de año, los bomberos ya han tenido que intervenir en 40 ocasiones y sólo en los últimos quince días se han registrado cuatro más. Aunque por lo general no suele ocurrir, los desprendimientos pueden llegar a provocar lesiones muy graves en los peatones.
Cuando un azulejo o una cornisa se desprenden de una fachada, los bomberos acuden al lugar para practicar lo que denominan un «saneamiento de urgencia». Vallan todo el entorno, protegen el edificio con una red y refuerzan los elementos susceptibles de causar una desgracia.
Los edificios hacen cola para la ITV
No sólo los niños y los coches tiene que pasar revisión. A partir del 1 de enero, también los edificios con más de veinte años tendrán que someterse al examen de aparejadores y arquitectos para demostrar que su estado de conservación no supone ningún riesgo. La nueva ITV del ladrillo, aprobada en abril de este año, se aplicará de manera gradual a las más de 33.000 viviendas que existen en la ciudad. En 2012, según lo previsto, todas deben tener un certificado de calidad.
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