Los niños con velo y peluca de la holandesa Katinka Lampe

  • A partir de fotos de los medios de comunicación, la artista utiliza el retrato como excusa para deformar la realidad.
  • Su técnica es realista pero en el resultado domina la extrañeza.
  • En su última serie, 'Edge', trabaja con niños cuya imagen manipula con velos, pelucas o maquillaje.
Uno de los niños manipulados de la pintora holandesa
Uno de los niños manipulados de la pintora holandesa
© Katinka Lampe
Uno de los niños manipulados de la pintora holandesa

Los niños que retrata la pintora holandesa Katinka Lampe están en un terreno difuso: son reales, tanto que a veces proceden de fotografías de diarios y revistas, pero al tiempo son extraños, están reducidos a carácter de símbolo y manipulados por la artista, que les añade pelucas, velos o maquillaje.

Son retratos canónicos y hasta tal punto realistas que proceden en ocasiones de fotografías que la artista recopila de diarios y revistas, pero la sensación que recibe el espectador es de extrañeza. La críticia se ha referido al estilo de esta pintora emergente como "ilusión realista".

Como si el retrato le importase solamente como concepto, Lampe hace que la obra pierda realidad a medida que la trabaja. El retrato se convierte entonces en un receptor de ideas conscientes o subconscientes que a la pintora le interesa mantener en tensión.

La pintura como "acción artificial"

La artista llama la atención sobre la pintura como "acción artificial" y deja en manos de los otros la interpretación final de la emoción. Sus retratos siempre continen algo "inusual o artificial", un añadido que no siempre cumple su función primaria: pelucas absurdas, máscaras de adultos en caras de niños, maquillajes que bordean lo grotesco...

Los velos, frecuentes en los retratos de niños de su última serie, Edge (Borde), realizada este año,  no son una "referencia política, sino un planteamiento visual que debe ser visto en un contexto inesperado, único". Lampe desea que "todo lo que pueda ser visto parezca tener un significado" aunque no lo tenga.

Son retrato que "no deben ser redefinidos literalmente", sino "emocionalmente, evocando asociaciones". La artista no quiere añadir demasiado más, prefiere que sean el espectador quien intente "encontrar un significado".

Admiradora de la sobriedad de los maestros barrocos neerlandeses, sobre todo Frans Hals y Johannes Vermeer, Lampe asegura que le gusta trabajar con niños porque "aún carecen de un pasado" y resulta fácil "jugar" con su "aspecto angélico" y el "mundo adulto", un  lugar donde "la inocencia y la armonía ya no mandan".

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