Relato sexual: Lady in red

Estaba enganchado a ella. No podría contar la cantidad de horas que durante los últimos meses había pasado delante del ordenador viendo como se desnudaba para mí y para otros muchos hombres más. Se hacía llamar ''Lady Insomnia'' en su chat. Aquella noche se quitó el pseudónimo y apareció una Yanira más radiante que nunca.

¿Se puede alguien enamorar de un ser virtual? Antes de conocer a LI pensaba que las personas que ligaban por Internet eran unos auténticos apartados sociales. Claro, en ese momento yo tenía una novia preciosa, un trabajo cómodo y una madre que me hacía tuppers para llevármelos a Madrid todas las semanas. Era otra época.

Tres meses en paro, un abandono por infidelidad y la muerte de mi madre me sumergieron en el mundo de las redes sociales. Lo que encontraba no me llenaba. Mujeres de grandes canalillos, labios operados, fotografías retocadas. Una noche, harto de ver porno desde el móvil, decidí entrar en un chat para adultos. La primera imagen que vi fue la de Lady Insomnia, una mujer de pelo liso y largo, piel dorada y boca carnosa. Me invitaba a entrar en su chat mientras comía un plátano de forma insinuante. No pude evitar el reflejo de sus ojos ni sacar el número de cuenta del banco. Estaba perdido.

Aquella noche una alerta en el móvil me sobresaltó. Era el chat de ''Chicas In Red''. Un mensaje personal de un tal Yanira me decía...

-¡Hola Alberto! ¿Cómo vas?

Creí que estaba soñando pero era una realidad. Me levanté de la cama y encendí el ordenador. En frente de mí se encontraba ella. Su pelo largo y moreno había desaparecido. En su lugar vi a una preciosa mujer con melena rubia y rizada que le caía por los hombros. ¡Era aún más bella al natural!

Casi sin maquillar y con media sonrisa me invitó a pasar los siguientes minutos en privado a su lado, sin otros hombres que asistieran al espectáculo de su desnudez. Una canción de jazz de fondo ponía banda sonora al excitante momento.

-Es tu premio de confianza-Dijo Yanira mientras pasaba un consolador entre los carrillos de su culo.

Le pedí que apartara el tanga para poder ver su trasero en todo su esplendor. Dicho y hecho. Mientras me dejaba descubrir su piel más escondida chupaba el falo de goma. Necesitaba lubricarlo para que los veinte centímetros pudieran penetrarla sin que sintiera dolor. No me esperaba que su culete también tuviera tanta hambre.

A cuatro patas y con la cara girada hacia la cámara se penetraba a sí misma por delante y por detrás. Me miraba con ojos lascivos. Mis manos sudorosas sujetaban mi pene con fuerza mientras me masturbaba sin quitar atención de la pantalla. Podía incluso ver las contracciones de sus partes cada vez que sacaba y metía el artilugio de su cuerpo. Se dio la vuelta y totalmente abierta de piernas se probó a sí misma realizando una felación a su máquina vibradora.

Las tetas de Yanira no eran de este mundo. Su pechos tornaban a dorado difuminados hasta el pezón. Eran de esos senos que invitan a quedarte pegados a ellos con la lengua y reposando la cabeza en un canalillo sudado e infinito.

Cuando ya se hartó de sí misma volvió a darse placer por debajo, pero esta vez con los dedos. Mi cuerpo no podía más y mi mente tampoco. Cerré los ojos y me imaginé a LI haciéndome el amor justo encima de mí. Fue un orgasmo increíble, memorable.

Al día siguiente esperé de nuevo el timbre de mi móvil. No llegó. Nunca llegaría. Me conecté al chat para volver a Yanira. Tampoco estaba Lady Insomnia. ¿Qué había pasado después de esa noche? ¿Dónde estaba? Mi mente comenzaba a darle vueltas a todo. Creí volverme loco. Después de varias semanas parecía haberme dado por vencido. No volví a entrar en internet. Me propuse olvidar a Yanira.

Un día, mientras esperaba para fichar el paro, una mujer me preguntó si tenía cambio para la máquina de la zona azul. Al girarme me quedé petrificado al ver unos rizos color de oro, una piel reluciente y una media sonrisa esbozando sus labios...

-¡Hola Alberto!-dijo...

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