Becky Evans, una estudiante de psicología de la Universidad de Liverpool, realizó un estudio sobre la relación entre los gatos y los humanos. Durante el proceso, no dejaba de escuchar cómo la gente afirmaba que estos animales son psicópatas.

Quizás sea su rostro, a veces no muy amigable, o quizás sea su comportamiento, en ocasiones un tanto arisco, pero está claro que tachar a los gatos de psicópatas es un diagnóstico un poco exagerado.

Para su estudio, Evan realizó una encuesta a los propietarios de estos felinos para conocer qué piensan sobre sus gatos. Se pedía describir los comportamientos psicopáticos de sus mascotas, entre los que destacaron el acoso a otras mascotas, el apropiación de la cama y el ataque imprevisto a familiares confiados; es decir, actitudes comunes en los felinos.

De este tipo de cosas viene el llamar a los gatos "psicópatas", a pesar de actuar tal y como son. El investigador postdoctoral sobre el comportamiento de los felinos de la Universidad de California, Mikel María Delgado, afirma que siempre comparamos a los mininos con los perros, a quienes llevamos miles de años domesticando.

"Nos gustan las cosas que nos recuerdan a nosotros. Nos gusta sonreír, los perros haciendo lo que decimos... Nos gusta que nos atiendan muy rápidamente", explica Delgado en declaraciones recogidas por The Atlantic.

El investigador detalla que los gatos carecen de músculos faciales suficientes para realizar expresiones tal y como las hacemos nosotros o los perros, por ello cuando les miramos fijamente a los ojos parecen psicópatas, al no mostrar emociones. Pero no lo son, solo es su cara. Ellos se comunican de otra forma, con las posiciones de sus orejas y la cola.

Sin embargo, no todos los gatos son así. Muchos solo quieren restregarse con sus dueños, hacerse una bolita y dormir acurrucados junto a sus amos (e incluso compañeros perrunos).