El chiringuito de playa en el que los platos no se pagan: se subastan entre los turistas

Hay un restaurante en España que funciona sin carta para los clientes y no porque se sirva un menú degustación. Ni corto ni largo, aquí la oferta gastronómica se canta (subasta). Pescaíto frito y marisco rico, y todo a pie de playa.

Chiringuito El Tintero, en Málaga.
Chiringuito El Tintero, en Málaga.
EL TINTERO
Chiringuito El Tintero, en Málaga.

El día en que por culpa del calentamiento global mares y océanos se "coman" las costas españolas podré decirlo: "Yo comí en el Tintero". Sí, hoy es un lugar para turistas, pero, créanme, es una experiencia distinta. Hablamos de un restaurante, más exactamente, de un chiringuito de playa. Está en Málaga y lo que le hace único no es su oferta gastronómica, sino el modo en que se ofrece. Aquí los platos se subastan.

El Tintero está en un extremo del malagueño barrio de El Palo, junto a la zona de El Candado. Aunque su primer emplazamiento, allá por los años 60, fue otro, en el paseo marítimo de la barriada. El Ayuntamiento se metió en obras y el chiringuito tuvo que cambiar de ubicación. Reabrió en 1971 ya como El Tintero II, aunque con el tiempo han desaparecido los dos palitos. Es el único y mundialmente famoso (algo sí) Tintero de Málaga.

El arte de tintar las redes de pesca

Su propietario es Eduardo de la Torre, alias Nono, que lleva la dirección del local junto a sus hermanas Yesi, Musy y Mari. Fue Antonio, bisabuelo de Nono, quien fundó el merendero. Era marinero, pero terminó dedicándose al arte de tintar las redes de pesca. Construyó un tintero donde venían los grandes y pequeños barcos a teñir sus redes.

Cuando aparecieron las artes de pesca de fibras sintéticas ya no hacía falta tintarlas y el negocio de Antonio dejó de tener sentido. Fue entonces cuando abrió un pequeño bar para pescadores al que llamó El Tintero. Allí, con apenas 8 años, ya estaba Nono echando una mano.

Poco a poco el negocio fue creciendo y abriéndose a otros públicos. Alguien había inventado el turismo y lo de Costa del Sol para referirse a las playas de Málaga. Llegaron marineros, curiosos, vecinos y turistas, y se acostumbraron a repetir.

Chiringuito El Tintero, en Málaga.
Chiringuito El Tintero, en Málaga.
WIKIPEDIA/Tamorlán

Nono tenía sólo 13 años cuando el abuelo Antonio le eligió para llevar el bar (descartando a sus nueve hijos), cuenta el blog 'Málaga y sus historias'. Se lo alquiló y el niño contrató a sus padres como cocineros.

Cómo funciona la subasta de platos

"Es simple, los camareros irán pasando por tu lado 'cantando' los platos y el primero que levante la mano se queda con la ración. Pero no te preocupes, que ¡hay comida para todos! Nuestro sistema es tan rápido y eficaz que tendrás la comida y la bebida en la mesa incluso antes de sentarte, si tu quieres. Se acabó el esperar para comer", se lee en la web del chiringuito.

Eso, la subasta, es lo que hizo único a El Tintero. El método surgió por casualidad, o sea, por necesidad. Cuenta la leyenda que un día, siendo Nono aún un niño, sólo estaban él y su madre (que no sabía leer ni escribir). Y el chiringuito, hasta arriba. ¿Cómo entonces tomar nota de las comandas? Nono tuvo la idea. "Tú fríe lo que quieras que ya nosotros lo venderemos", le dijo a su madre.

El chaval iba saliendo con las raciones de los pescados y mariscos, y pregonando su contenido con gracia y salero. Y funcionó. Doy fe de que en la primera visita uno mira y escucha atónito y luego divertido. Lo dicho, es único.

¿Enterrar platos bajo la arena?

Ha pasado medio siglo y El Tintero sigue igual. Los camareros no toman nota, salen cargados de platos y van cantando (subastando). Quien desde su mesa levanta la mano consigue su ración. Sí, se corre el riesgo de querer pedirlo todo.

Carta (sin fecha concreta) del chiringuito El Tintero, en Málaga.
Carta (sin fecha concreta) del chiringuito El Tintero, en Málaga.
EL TINTERO

Si la imagen de este chiringuito malagueño son sus camareros pululando entre las mesas, el sonido es, finalmente este otro: "¡Y yo cobro!". Un camarero, este no lleva platos, se ofrece para el acto final, el de pagar. La cuenta se hace sobre el mantel de papel: tantos platos, tanto dinero. Y es que todas (casi) las raciones tienen el mismo precio.

La picaresca hizo de las suyas en los primeros tiempos de El Tintero. En su primera ubicación el suelo del local era la propia arena de la playa, de modo que los menos honrados enterraban platos. Cuando llegaba el del "Y yo cobro", la cuenta podía ser la mitad de lo comido. Pero, explica Nono, pronto se percataron de la treta. Hoy el suelo de El Tintero es de cemento.

Hablamos, claro, del mar: pescaíto frito, espetos de sardina, boquerones, calamares, chopitos, salmonetes, huevas, gambas, almejas, concha finas, navajas, mejillones y varios tipos de ensalada. La relación calidad/precio siempre ha sido estupenda, aunque cuentan las críticas de TripAdvisor que tal vez últimamente se hayan descuidado un poco con lo uno y lo otro.

Concha finas, un clásico de El Tintero de Málaga.
Concha finas, un clásico de El Tintero de Málaga.
WIKIPEDIA/Tamorlán

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