Alexander Vinokourov entró en la meta de Briançon entre lágrimas. Y no lo hizo, esta vez no, por una caída. Sino por algo peor: dolor y frustracción de perder un sueño. "He vivido un día
penoso", señaló.
Y es que el kazajo, de 33 años, se había marcado este Tour de Francia como su
última oportunidad para ganar la carrera, pero una caída en la quinta etapa, camino de Autun, le comenzó a apartar de su sueño.
Vinokourov aguantó bien las etapas siguientes e incluso llegó a Le Grand Bornard, primera etapa alpina, sin recibir ataques. Pero al día siguiente, camino de
Tignes, el ganador de la Vuelta 2006 tuvo que ceder tiempo con respecto a otros ciclistas.
En el Galibier, se repitió la historia. "Me dolía todo el cuerpo en el Galibier", se sinceró el kazajo tras la etapa. "Este equipo trabajó perfecto para mí, pero
no pude responder. Mis rodillas me dieron mucha lata. Demasiada", añadió.
Me dolía todo el cuerpo en el Galibier
Combativo por naturaleza, Vinokourov está vigésimo primero en la
general, a más de
ocho minutos de Rasmussen. Aún quedan dos cronos y toda la montaña de los Pirineos, pero la moral del ciclista de Astaná está tocada. Las lágrimas no mienten.
"Si recupero mi estado de forma no voy a renunciar a nada. Siempre
tengo esperanzas y no se puede olvidar que quedan las contrarrelojes y los Pirineos, que este año van a ser muy duros. El Tour no ha terminado". Eso dijo hace unos días.
En la
Vuelta del año pasado tuvo que remontar durante toda la carrera para, al final, acabar llevándose el jersey oro camino de Granada, cuando superó a Valverde en el descenso de El Purche.
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