La venganza se sirve fría y, a veces, casi medio siglo después

Un gol "fantasma", en el que el balón rebasó la línea de meta pero que el árbitro no concedió, ayudó al pase de Alemania a los cuartos de final del Mundial y contribuyó a servir sobre la mesa una venganza fría, congelada, de los alemanes ante Inglaterra casi medio siglo después de la final de 1966.

Las similitudes entre la jugada clave de aquel partido y la del actual van más allá de la imaginación del mejor de los guionistas que quisiera componer una historia compensatoria de la injusticia que ha pesado sobre el fútbol alemán durante 44 años con una deuda que ahora ha quedado cobrada y pagada.

El partido entre Alemania e Inglaterra de los octavos de final del Mundial de Sudáfrica finalizó con un claro triunfo alemán por 4-1, pero con el 2-1 en el marcador, al final del primer periodo, un remate del inglés Frank Lampard dio en el larguero y botó claramente dentro de la portería alemana.

Ni el árbitro uruguayo Jorge Larrionda ni su asistente vieron la acción y, tras volver el balón al larguero, el portero Manuel Neuer atrapó la pelota y continuó el juego. Inglaterra se había visto muy perjudicada.

La acción obligó de inmediato a rebobinar y acudir a las videotecas para recordar uno de los grandes errores arbitrales de la historia de los Mundiales, en una jugada que puede considerarse el reflejo en el espejo de la del encuentro del domingo en Bloemfontein.

En aquella ocasión también disparó un jugador inglés. En aquella ocasión el equipo defensor también era Alemania. En aquella ocasión el balón también dio en larguero.

La diferencia, sumamente importante, está en que entonces el balón botó con claridad dentro del terreno de juego y el árbitro concedió el gol: justo lo contrario de lo que ha ocurrido ahora.

Aquella acción se produjo el 30 de julio de 1966 en el estadio de Wembley. Era la final del Mundial y el partido, entre los dos mismos rivales, Alemania e Inglaterra, había llegado al minuto noventa con empate a dos goles.

En el minuto 101 de juego, un disparo del inglés Geoff Hurst se estrelló en el larguero y botó. El árbitro suizo Gotffried Dienst consultó con el juez de línea y dio el gol. Posteriormente, Inglaterra logró el 4-2, ganó la final y alcanzó el primer y único título mundiales que posee en su palmarés.

Ese ha sido uno de los grandes episodios de la historia de los Mundiales y quizá el de más trascendencia desde el punto de vista arbitral, sobre todo por haberse producido en unas final y sólo comparable con la "Mano de Dios" con la que el argentino Diego Maradona superó a los ingleses en 1986.

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