Piernas, ¿para qué os quiero?

El atleta Chema Martínez, segundo por la derecha, corre por delante de la Sagrada Familia durante el Maratón de Barcelona.
El atleta Chema Martínez, segundo por la derecha, corre por delante de la Sagrada Familia durante el Maratón de Barcelona.
GTRES
El atleta Chema Martínez, segundo por la derecha, corre por delante de la Sagrada Familia durante el Maratón de Barcelona.

El que empieza a correr, vuelve a por más. Es inevitable. Como cuando eras pequeño y tu madre tenía que quitarte una tableta de chocolate porque tú eras incapaz de parar de comer.

El placer que genera el running (footing para los nostálgicos) es algo tan adictivo que engancha cabalmente como una droga. "Cuando terminas tienes una sensación de bienestar que no te la da otro deporte", explica el atleta maratoniano Chema Martínez.

Y quien lo practica siempre anhela más. Por eso, se impone nuevos retos. El runner no se pliega como un junco al viento, y permanentemente quiere superar sus límites: compite contra sí mismo tratando de derrotarse. Cada vez que se calza las zapatillas, intenta hacer el mismo recorrido en menos tiempo. O busca un desafío más exigente. Una locura hermosa, producida por el efecto de las endorfinas, en la que tus piernas piden marcha, exigen kilómetros a gritos. Lo demuestran las 3.651 carreras que se celebraron en 2014, según datos de Carreraspopulares.com, web que recopila todas las carreras en España.

El corredor, por sistema, desafía al sentido común. Alguien pertinaz que da zancadas vehemente en lugar de estar tumbado de forma inane en un sofá. A veces, en su labor titánica, solo lo acompaña el sonido de la música que inunda sus oídos, la que ha hecho tantos kilómetros con él. "No tenía piernas, solo dos bloques de hormigón que me dolían. El corazón se me iba a salir por la boca, estaba reventado… pero inmensamente feliz", recuerda Juan, un corredor amateur, tras su primera maratón.

La cara amarga del deporte

No piensa en sobrecargas, ni en las ampollas de los pies ni en el calor. "No me queda casi nada y estoy en un crono estupendo...", se dicen algunos. De ahí que conseguir resultados tan rápido tenga una contrapartida que, tarde o temprano, descubren los principiantes. "Se sale a correr sin preparación y esto provoca tendinitis, esguinces, problemas en la zona lumbar...", alerta Carmen Mateos, médico rehabilitador de la Fundación Jiménez Díaz. Y aquí es donde aparece la cara amarga del deporte.

"Hay que ir poco a poco para construir un hábito", comenta Patricia Bonilla, entrenadora de Running Mothers. Erróneamente, "creemos que correr es algo muy intuitivo", dice Mateos. Pero, en realidad, también requiere de técnica. Una acción tan sencilla como respirar, por ejemplo, puede contracturar el diafragma y provocar flato si no se hace bien.

Por cuestiones como esta, es importante, acudir a un profesional para que nos enseñe a pisar, a colocar el cuerpo y, en definitiva, a que nos dé unas nociones básicas de entrenamiento. Al tratarse de un ejercicio de impacto, también pueden dañarse articulaciones como las rodillas, los tobillos o la fascia.

Mateos pone un ejemplo muy gráfico: "las articulaciones son como los amortiguadores de un coche". Al correr, el peso del cuerpo "cae multiplicado sobre ellas, que son las encargadas de absorber ese impacto. Por eso, se desaconseja correr sobre una superficie como el cemento".

Correr en exteriores es importante

El fortalecimiento muscular es algo esencial para ser un buen runner y se potencia con ejercicios excéntricos (realizas un trabajo negativo o de frenada) y concéntricos (el movimiento va en contra de la gravedad).

Para adquirir fuerza, Bonilla recomienda correr al aire libre porque entran en juego los tipos de suelo, las inclinaciones y el viento.

No existe corredor que no se haya lesionado.El dolor forma parte indiscutible de la vida del runner. Y los hay que no pueden dejarlo ni siquiera cuando les prescriben descanso.

Por eso, debemos apelar al sentido común y no excedernos. En el caso de tener alguna lesión en las articulaciones de carga (cadera, rodilla o tobillo), los médicos recomiendan practicar el running de forma moderada y compaginarlo con actividades sin impacto como la natación o la bici.

Cicerón decía que "es bueno acostumbrarse a la fatiga y a la carrera, pero no hay que forzar la marcha". Mientras las palabras del filósofo serpentean por mi cabeza, continúo corriendo agotada hasta que dejo de pensar en el dolor. Una pregunta martillea mis sienes: si hoy lo logro, ¿qué nuevo reto voy a plantearme mañana?

Lo que debes hacer...

Calentar es muy importante

De esta manera pones en marcha la maquinaria progresivamente, antes de someterla a un sobreesfuerzo.

Mantenernos hidratados

Hay que reponer líquidos cuando terminamos. Para la gente que suda mucho se recomiendan bebidas isotónicas.

Fortalecer el pie

La musculatura del pie suele estar atrofiada por lo que se recomiendan ejercicios como arrugar una toalla con los dedos o andar descalzos.

Elige bien las zapatillas

Parece una tontería y no lo es. No todas son adecuadas: depende del terreno sobre el que se vaya a hacer deporte. ...

... Y lo que no

No te olvides de estirar

Así ayudas a que el músculo vuelva a su sitio, te olvidas de las agujetas y se favorece mucho la recuperación.

Ejercicio intenso nocturno

Evita correr a última hora de la noche, porque es cuando el cuerpo tiende al reposo. Altera nuestros ritmos biológicos y afecta al sueño.

Cuidado con la insolación

Si sales a correr en horas de mucho calor, sobre todo en verano, no te olvides de llevar una gorra que te proteja.

Forzar la marcha

Hay que comenzar poco a poco e ir subiendo en kilómetros y dificultad. Obsesionarse solo provoca lesiones.

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