Reinventando al representante deportivo

  • Jornadas interminables o saber idiomas, requisitos indispensables.
  • La excesiva competencia obliga a los agentes a ofrecer más servicios.
  • El salario compensa: entre un 5 y un 10 % del sueldo anual del jugador.
El ex jugador de Estudiantes y director general de U1st Sports, Juan Aísa.
El ex jugador de Estudiantes y director general de U1st Sports, Juan Aísa.
A.H.D.
El ex jugador de Estudiantes y director general de U1st Sports, Juan Aísa.

Dinero, contratos y comisiones son algunas de las realidades que configuran la profesión del representante deportivo: un mundo desconocido, no muy bien visto ni siquiera dentro de los vestuarios y que en los últimos años ha tendido a la profesionalización.

Se puede ejercer como tal estudiando la Licenciatura de Derecho, siendo familiar directo de un deportista u obtener la licencia federativa (FIFA o FIBA). El problema viene después: “Sacarte el carné no trae consigo un jugador de fútbol y, sólo en España, hay unos 800 representantes para cerca de 1.000 jugadores -entre Primera y Segunda-”, asegura Ginés Carvajal, agente de futbolistas con casi 30 años de experiencia en el sector.

Preguntarle por el ‘tufillo’ que se percibe desde fuera es inevitable: “Cuando esta profesión arrancó a finales de los 80, los jugadores no creían en nosotros. Pensaban que veníamos a por su dinero. Como en todos los sectores, hay gente buena, regular y mala y es el comportamiento de algunos el que daña nuestra imagen".

Para ser alguien en este mundo hay que trabajar “sin horarios, ni vacaciones”, viajar hasta el infinito, saber idiomas e invertir en teléfono: “Gasto una media de 800 euros al mes, algo más en verano”. Todo ello, sumado a su carácter, le ha valido a Carvajal para ganarse la confianza de jugadores de la talla de Raúl González o Víctor Valdés.

"Dignificar la profesión"

Tanta competitividad ha obligado a algunos agentes a evolucionar, a desarrollar una imagen de marca propia y a ofrecer mayores servicios para ganarse la confianza del deportista, más allá del representante tradicional. “No hay que ser el mejor vendedor, sino el mejor prestador de servicios”, relata Juan Aísa, ex jugador de baloncesto y director general de U1st Sports, multinacional española de representación de jugadores de baloncesto y fútbol que cuenta en sus filas, entre otros, a Rudy Fernández.

Su modelo de negocio se basa en la “cercanía” y en la “presencia cotidiana”, dar apoyo en temas legales y en la explotación de sus derechos de imagen, así como asesorarle en la gestión de su patrimonio. “La situación económica de la mayor parte de los deportistas que se retiran es mucho peor de lo que debería”, indica.

Este ‘todo en uno’ se complementa además con una red internacional de colaboradores y profesionales que puede dar mejor servicio a sus clientes y encontrarle el mejor equipo, el pilar de todo este negocio.

La motivación de Aísa no es otra que “dignificar esta profesión” y dirigirla hacia la línea de trabajo que se realiza en EE UU. “Allí los representantes tienen mucha reputación y son respetados”.

Lo que no cambia, sean cuales sean los servicios, es el salario, que según el reglamento FIFA oscila entre un 5 % y un 10 % del salario anual del jugador. Por ejemplo, si Raúl se embolsa 6,5 millones de euros al año y Ginés recibe un 10 % de su salario, cobraría 650.000 euros al año sólo por este jugador (actualmente representa a unos 40).

Por su parte, el representante de Cristiano Ronaldo, Jorge Mendes, que tiene el honor de 'acompañar' al jugador mejor pagado del mundo, se embolsaría en torno a 1,3 millones de euros por temporada (si es un 10 %), de los 13 millones que cobra el portugués al año. Una suma que justifica con creces este trabajo y que en ocasiones aumenta sustancialmente con las 'archiconocidas' comisiones: Mendes ganó 9,5 millones de euros con el traspaso de Cristiano al Real Madrid.

Mujeres, ¿al margen?

“Es un mundo de hombres, porque por ser mujer necesitas ganarte más confianza”, reconoce Susana de Honorato, representante y agente FIFA desde 2004. “Cuando empezaba a ir a los campos con mi cuaderno, pensaban que era periodista”.

Afrontar esta profesión no es un hobby, ni un entretenimiento como cualquier otro, ya que conlleva unos costes -“hay que pagar un seguro civil de 600 euros, una cuota anual de 900, además de las tasas por realizar el examen a la licencia”- . Y existe un grado elevado de “intrusismo”, algo que perjudica aún más a las recién llegadas: “Los grandes meten a sus hijos y esto cierra las puertas. Debería existir mayor control sobre quién y cómo se ejerce esta profesión”, considera Susana.

Echar un vistazo rápido al listado de licencias, sólo en el fútbol español, es suficiente para comprobar el largo camino a recorrer por las mujeres, ya que no superan el 5% del total de agentes. “Existe un gran desconocimiento sobre cómo dedicarse a ello y cuáles son los pasos a seguir, pero las mujeres tomarán más protagonismo en el futuro”.

De hecho, un 'peso pesado' como Ginés Carvajal considera que son ya el presente de la profesión: "Hay mujeres muy competentes y que están completamente preparadas para hacerlo muy bien. Sólo es cuestión de tiempo".

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