1 Evalúa la situación. Antes de nada, agáchate, fíjate bien en el estado del terreno y, si es preciso, borra las marcas que han dejado los otros al lanzar para que no cambien la trayectoria de tu bola en caso de caer sobre alguno de los surcos. Agarra la bola con la palma hacia arriba y evalúa la distancia que hay hasta el boliche pequeño.
2 Arma el brazo. Flexiona las rodillas con las piernas juntas, echa atrás el brazo con el que vayas a lanzar todo lo que puedas, llevando el otro lateralmente. El brazo lanzador ha de moverse lo más paralelo posible a las piernas, para el correcto control de la trayectoria. Ten en cuenta que has de sujetar firmemente la bola para que no se te escape antes del lanzamiento.
3 ¡Bola va! A medida que avanzas el brazo has de ir extendiendo las piernas para favorecer la impulsión. Retén el lanzamiento todo lo que puedas. Tienes que retrasar el brazo contrario para equilibrarte. Para mejorar, trata de hacer lanzamientos sobre diferentes terrenos. En la arena de la playa la bola se clava, mientras que en suelo duro la puedes lanzar más corta y rasante para que ruede y vaya avanzando hacia su destino.
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