En otras ocasiones, incluso sin razón, el Real Madrid ha buscado la culpa en la figura del árbitro en cuestión. Ejemplo cercano es la salida de tono de Pedja Mijatovic, casi sin un porqué claro y nada más comenzar la presente Liga.
Sin embargo anoche frente al Sevilla, ante el lamentable arbitraje de González Vázquez, nadie del Real Madrid, ni Schuster, ni Mijatovic, ni ningún jugador de la plantilla se atrevieron mínimamente a quejarse del arbitraje. ¿Por qué?
Todo apunta al estado anímico del equipo. Tras el golpe moral que significó la derrota, nadie del equipo parece con fuerzas de dar explicaciones, de cambiar la situación... y de ni siquiera recurrir a la pataleta del árbitro. Nada.
Ni los dos goles ilegales del Sevilla, ni los dos clamorosos penaltis que no le pitaron al Madrid, ni la rigurosa expulsión de Robben. En otros tiempos, Schuster o los jugadores hubieran cargado contra el arbitraje. Anoche ni eso.
Es más, sólo han surgido voces pesimistas, como la del técnico alemán, manifestado lo imposible que es ganar en el Camp Nou. Con ese ánimo visitará el Madrid al Barça. Con 9 puntos de desventaja y con la moral por los suelos.
Sólo una victoria en Barcelona podría levantar a un equipo ahora hundido anímicamente.
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