Joan Jané: "En China llevan la palabra sacrificio al extremo"

  • Entrevista al seleccionador femenino chino de waterpolo, Joan Jané.
  • Logró la medalla de oro dirigiendo a España en los Juegos de Atlanta 96.
  • Todo sobre Londres 2012
Jané, tras el partido ante España
Jané, tras el partido ante España
R.R.V.
Jané, tras el partido ante España

Llega sudando a chorros y va repartiendo abrazos y saludos entre todos los periodistas allí presentes. Es el reencuentro con viejos amigos tras varios años lejos, lejísimos. Hasta China se fue Joan Jané en 2008 para buscarse la vida, harto de "pedir limosna" para que algún equipo de waterpolo español quisiera contratarle.

Su medalla de oro olímpica como entrenador de la selección española y sus dos títulos mundiales le cerraron las puertas en su tierra pero las abrieron en el Lejano Oriente. Ha conseguido hacer subcampeón mundial al equipo femenino y llega a Londres con máximas aspiraciones, aunque en su estreno recibiera el repaso español. "Al menos nos ha ganado España, que apunta, por lo menos, a semifinales".

¿Cómo le dio por irse a China?

Tuve una etapa muy delicada, dando tumbos y me llamaron de allí. El cambio era brutal, pero yo siempre me lanzo. En la vida hay que coger los retos con las dos manos.

¿Qué tal su vida allí?

Pues muy bien. Vivo ocho meses en China y cuatro en Barcelona, más o menos. Es un país muy interesante, muy diferente. Han llegado donde han llegado no por casualidad. Es un pueblo que la palabra sacrificio la lleva al extremo, nadie les regala nada y si tienen que trabajar un porrón de horas, lo hacen, sábados, domingos y festivos. A mí me dijeron que por qué no entrenaba diez horas a las chicas, así que figúrate.

¿El idioma qué tal?

Cero, a mi edad ya no estoy para aprender chino. Conozco a una persona que fue a China y aprendió en un año, seis días a la semana y siete horas al día. Mi trabajo aquí no es aprender chino, es el waterpolo. Con las jugadoras hablo por un intérprete y con muchos gestos, eso se me da bien.

¿Y la comida?

Me defiendo, como en España nada, pero no está mal. Cosas raras no he comido.

¿Lo que más echa de menos?

Muchas cosas y algunas pequeñas, que la gente a veces no se da cuenta. Mis amigos, mi peña, cuando tienes ganas de llorar o reír y no tienes a nadie, la comida, la familia...

Allí crisis no hay, ¿no?

Nada de nada. Yo lo que he visto en cuatro años aquí de desarrollo no lo he visto nunca, en la economía, en el dinero que manejan ellos. Antes era ridículo y ahora te impresiona. El desarrollo de China es impresionante.

¿Le da tiempo a hacer turismo?

Las cosas más básicas las he visto, como La Muralla, pero tampoco mucho más, por mis barreras idiomáticas. Yo soy una persona que tiende siempre a cerrarse en su habitáculo.

¿Lo pasó mal en su llegada?

Al principio muchísimo, me costó un huevo adaptarme, pero luego mejor, y gracias a ellos, que son los campeones del mundo en hospitalidad: te ponen piso, coche y te ayudan en todo lo que pueden. Deberíamos aprender mucho en España, que contratas a alguien de fuera y cuando termina le das la patada.

¿No piensa en volver?

De momento este año termino contrato y hay muchas posibilidades de estar un año más para el Mundial de Barcelona. Si no, con los 60 años que tengo, ya tengo ganas de salir yo por la puerta y no que me echen.

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